El tomate y el queso son los ingredientes básicos pero pero sobre ellos admite fiambres, verduras, carnes, pescados…
Debido a la multitud de empresas que han surgido en los últimos años de comida rápida que tienen la pizza como su principal producto, estamos asociándola con la comida basura y, nada más lejos de la realidad, una pizza puede ser muy casera, muy sana y desde luego muy sabrosa si está hecha con cariño y buenos ingredientes.
Ingredientes:
1 plancha de pizza.
tomate frito casero.
queso manchego semicurado.
1 berenjena.
1/2 calabacín.
1 cebolla.
1/2 pimiento rojo.
1 tomate.
aceitunas negras, sal y pimienta.
orégano y aceite de oliva.
Aunque no es difícil hacer la masa para la base de una buena pizza, mucha gente opta por comprarla ya hecha, a falta del horneado final, y realmente hay productos muy buenos en el mercado en la actualidad así que, en esta ocasión hemos optado por comprar nuestra base para pizza favorita y ahorrarnos algo de tiempo.
Lavamos y cortamos la berenjena en rodajas finas y la sumergimos en agua con sal para que pierda el amargor durante 1 hora.
Ponemos sobre la base una capa bien extendida de tomate frito hecho con un poco de ajito y sobre él el queso cortado en triángulos no demasiado finos.
Sobre el queso ponemos las rodajas de berenjena bien escurridas, el tomate cortado en rodajas o tiras y el calabacín cortado en trozos grandes pero finos. Salpimentamos y rociamos con un poco de aceite de oliva.
Colocamos sobre el calabacín el pimiento rojo en tiras, la cebolla en rodajas finas, las aceitunas negras cortadas para que no rueden, un poco más de queso cortado en bastoncillos finos y un poco de orégano. Salpimentamos de nuevo y rociamos también con un hilillo de aceite de oliva.
Horneamos siguiendo las instrucciones del fabricante de la base que hayamos elegido o hasta que veamos que nuestros ingredientes van tomando color.
La porcionamos en triangulitos más o menos grandes, según gustos, y la servimos antes de que se enfríe.