Hoy he hecho felices a mis cachorros y supongo que a la madre también. Generalmente la pizza la hago para las cenas y concretamente para la del viernes, los cuatro viendo una película insoportable de adolescentes o lo que es peor una infantil. Pero el momento es lo que vale, al menos eso creo yo. Pues hoy he decidido hacerla para comer al medio día y así poder fotografiarla, porque luz artificial al 100%, no me gusta demasiado.
Masa de pizza. Si picas enlace anterior de masa de pizza, obtendrás dos pizzas redondas familiares. Las cantidades siguientes son para una de ellas
3 tomates medianos, pelados, escurridos y cortados en rodajas
1 cebolleta cortada al bies
Un puñado de rúcula
2 paquetes de mozzarella fresca, que pondremos a escurrir antes de trabajar con ella
Cebollino, sal, pimienta recién molida, orégano, todo al gusto
Unas lascas de queso viejo. Podéis cortarlas con el pelapatatas
Encendemos nuestro horno y lo ponemos a 200ºC por abajo. Cuando alcance la temperatura, podremos empezar a meter dentro nuestra masa. Lo primero que haremos es preparar un capa lo más fina posible de masa que podamos y la colocaremos en nuestra placa de horno. Colocaremos el tomate, lo salpimentaremos y pondremos un poco de orégano. Meteremos en el horno unos 7 minutos.
La sacaremos y pondremos encima la rúcula y encima la mozzarella cortada en loncha o desmenuzada con las manos, la cebolleta y listo. Salpimentaremos nuevamente y al horno unos 15 a 17 minutos. La sacaremos y pondremos orégano, un hilillo de aceite de oliva virgen extra y cebollino picadito y las lascas de queso viejo. Impresionante. Comedla caliente antes que lo jugos pasen a la masa y quede blanda. Recordad que es muy fina. Ufff, la magia entró por mi cocina un día más.
Así que, Besos para todas, para todos, besos a, en fin, Besos y sed muy, muy felices.