Un sin fin de teorías que hicieron que en algunas familias, se dejaran de tomar y se sustituyeran por comidas más "modernas".
Menos mal que ha vuelto la cordura, las buenas costumbres y han ido recobrando, poco a poco, el puesto importante que se merecen.
La receta de hoy es bien sencilla, libre de grasas pues si queremos cuidarnos un poquitín, se pueden hacer deliciosos platos de legumbres sin añadir pringues y carnes. Son potajes riquísimos y ayudan a que mantengamos la línea y buena salud. Así podremos hacerlos con más asiduidad. Eso no quita, que de vez en cuando, podamos darnos el gusto de comer una estupenda "pringá" en un cocido con todos sus avíos.
Siempre acosejo que las legumbres que utilicemos sean de calidad, pues eso ahorrará tiempo de cocción, caldos más concentrados y por supuesto harán que el sabor de potaje sea espectacular. Añadimos todas las hortalizas o verduras que nos apetezca, y seguro que siempre disfrutaremos de un gran plato.
Yo no tengo costumbre de usar la olla a presión ni la olla rápida para este tipo de recetas, pero si prefieres acortar los tiempos, no hay duda que puedes hacerlo. Quedan igualmente ricos.
Hoy cocinamos a fuego lento, sin prisas... ¿ Te animas ?
INGREDIENTES
300 g. de garbanzos
1/2 col blanca
1 cebolla
1 pimiento verde
1 pimiento rojo
2 patatas
2 o 3 zanahorias
1 tomate rojo y maduro
1 cucharada rasa de pimentón dulce de La Vera
2 hojas de laurel
1 cucharadita de cominos
1 cabeza de ajos
sal
60 g. de AOVE
PREPARACIÓN
La víspera pondremos los gasbanzos en remojo con agua fría.
Al día siguiente, sacamos los garbanzos del agua y los ponemos a escurrir.
Pon a calentar agua en una cacerola, echa los garbanzos, los ajos y el laurel. Cuece a fuego medio-alto. El agua deberá cubrir los garbanzos.
Pon a calentar aceite en una sartén, sofríe la cebolla picada. Cuando se ponga transparente añade los pimientos picados.
Cuando adquiera color dorado añadimos el tomate muy picado o rallado.
Esperamos a que esté el tomate bien pochado, removemos y apartamos del fuego. Este sofrito lo añadimos a la cacerola con los garbanzos. Agrega las zanahorias peladas y partidas en rodajas.
Ve quitando la espuma que sale a la superficie con una espumadera. Añade el pimentón, cominos y sal.
Cuando los garbanzos estén casi tiernos, más o menos tendrán que pasar unas 2 horas ( dependerá de la calidad de la legumbre y lo tierna que sea ), añade la col partida en trozos. Continúa cociendo a fuego medio, con la tapadera de la cacerola puesta.
Por último, incorpora las patatas chascadas cuando las coles estén tiernas. Deja cocer unos 15-20 minutos más, hasta que las patatas enternezcan y el caldo quede más concentrado.
Apagamos el fuego, dejamos reposar un poquito mientras ponemos la mesa y todos a disfrutar.
Si tenemos prisa no hay excusa para dejar de comer legumbres , os dejo aquí como se hace este misma receta con garbanzos tiernos de bote. También es una estupenda solución.