INGREDIENTES (4 personas)
12 Hojas de col, 1/2 cebolla grande, 2 litros de agua, 450 grs de carne picada (cerdo y ternera), 20 grs de Panko (pan rallado japonés), 2 cdas de leche, 1 cda de nuez moscada, 1 diente de ajo picado, 2 hojas de Laurel, 1 bote de tomate troceado (o de tomate entero), 1 taza (240 grs) de Caldo de Pollo o Verduras, Vinagre de vino blanco, 1 cda de mantequilla, Aceite de oliva,
Cilantro fresco, Sal y pimienta negra molida
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Tiempo: 45 minutos (+ 30 minutos de reposo)
Película comparada: "El viaje de Chihiro" (TRAS RECETA)
Nos ponemos...
Picamos muy finamente la cebolla en brunoise y la sofreímos en una sartén con una cucharada de Aceite de Oliva. La tendremos unos 15-20 minutos a fuego moderado.
Le quitamos el tallo a la col. En una olla llevamos a ebullición 2 litros de agua (con una pizca de sal) y cocemos la col. Durante el proceso (que nos llevará unos 5 minutos) vamos separando con cuidado las hojas que ya se desprenderán con facilidad.
Pasamos enseguida a un bol con hielo para cortar la cocción y mantener su color vivo. Escurrimos el exceso de agua de las hojas y secamos.
Cortamos los tallos de las hojas y los picamos finamente, su misión está en el relleno.
En un bol vertemos la carne picada y añadimos la cebolla sofrita de antes y los tallos picados de la col. Mezclamos bien.
Añadimos 1 huevo entero, el panko (o pan rallado), la leche y salpimentamos bien. Removemos para integrar todos los ingredientes, cubrimos con papel film y a la nevera.
30 minutos después...
Disponemos una hoja de col (que cerraremos para que no se nos salga nada) y espolvoreamos un poco de harina por encima. Echamos una cucharada del relleno y enrollamos con cariño, cerrando bien los laterales. NOTA: Podemos terminar "pinchando" con un palillo la hoja para asegurarnos que se selle perfectamente.
En una olla baja y ancha echamos 2 cdas de aceite de oliva, las hojas de laurel y el diente de ajo muy picado. Sofreímos 1 minuto y añadimos el bote de tomate troceado. Enseguida incorporamos el vinagre de vino blanco y removemos. Salpimentamos al gusto.
Colocamos con cuidado todos los rollitos de col en la olla, que cubran bien toda la superficie. Añadimos el caldo de pollo o de verduras (si está caliente mucho mejor) y tapamos con papel de plata (al que le haremos un pequeño agujero en el centro, lamentablemente no hice foto de eso) y luego con la tapadera de la olla.
Cocinamos durante 30 minutos a fuego medio.
Destapamos y echamos la mantequilla hasta que se derrita y dé cremosidad a la salsa.
Emplatado
En un plato disponemos dos rollitos, regamos con la salsa y espolvoreamos por encima un poco de cilantro fresco picado.
¡Que aproveche, hitchcookian@s!
Película ideal para degustar este plato
Sen to Chihiro no kamikakushi
("El viaje de Chihiro" de Hayao Miyakazi, 2001)
Este plato tiene mucho de magia. La magia de transformar un insípida col en todo un rollito relleno. De moldear a nuestro antojo un ingrediente y darle un aspecto totalmente distinto. De viajar a lo largo de un proceso y ser testigos de esa "mutación" y de cómo nuestra cocina se inunda de aromas y colorismo.
Todo en esta receta requiere un poco de "magia" (y de imaginación y de chifladura, pero eso ya es otra historia). Y si nos fijamos en el toque nipón que le hemos otorgado al plato, en la viveza de sus colores y en su concepto de "odisea culinaria", mi mente loca se fue a la tierra del sol naciente en busca de animación. Y en este campo (dejando a un lado el Manga, que nunca me ha captado) gobierna por encima de todos el genio de Hayao Miyakazi.
Así que vamos a coger prestada su maravillosa "El viaje de Chihiro" y vamos a comparar nuestra receta con esta joya animada, con este torbellino de "magia" que salpica esta pieza maestra, tanto en técnica como en narrativa.
Miyazaki es el sumo pontífice de la animación oriental. En sus manos se han gestado delicias como "Mi amigo Totoro", "La princesa Mononoke" o la colosal "Porco Rosso" y ha conseguido dotar a sus "irreales" personajes de una profundidad emocional que atraviesa como un dardo la pantalla. En "El viaje de Chihiro" logra un pleno completo: una aventura llena de imaginación y creatividad, donde un niño de vida monótona, se sumerge de lleno en un universo fantástico que pondrá a prueba su valor e instinto. El espectador se ve arrastrado a ese espectacular mundo inventado y presencia un repertorio inusual (para el gremio infantil al que supuestamente va dirigido) de conflictos humanos y emociones, perfectamente materializados en unos dibujos de altura.
Nuestra receta "nipona" es, como la película, un viaje maravilloso a un mundo - de aromas, texturas y sabores, en nuestro caso - no exento de retos. Tenemos que ponernos a prueba, medir nuestra destreza en el fogón, aceptar el reto... Chihiro se mete por un túnel abandonado y cae en ese universo impredecible, nosotros nos metemos en la cocina y nuestro viaje...comienza.
La figura de Chihiro, inicialmente, se nos muestra como la de una niña aburrida del entorno rutinario. El nuevo espacio irreal - habitado por espíritus, animales, diosas y hechiceras y donde los humanos son convertidos en cerdos - supone un entorno hostil y tendrá que luchar por sobrevivir, por aprender a aceptar responsabilidades, por salvar lo que ama... En nuestra chiflada cabeza podemos intuir que Chihiro es esa col cruda, tediosa, sin emociones, sin "animación"... El túnel se convierte en la olla de agua hirviendo donde se empieza a "cocer" su gran historia. Se despoja de sus hojas del mundo real y empieza a asumir que ella es la protagonista de su historia-receta, de su viaje soñado...
El sueño (o cocinado) va trayendo personajes estrambóticos y grotescos a escena (cebolla, ajo, especias, panko...) a medida que Chihiro va cobrando valentía. La carne (que en nuestra cabeza podrían ser los padres, convertidos en cerdos en el universo fantástico) supone el elemento de relleno que absorbe la motivación de la niña: debe encontrar un remedio al hechizo para salvarles. De ahí que los "albergue en su interior", porque son la línea de meta, el leit-motiv de su increíble viaje...
En esta alegoría maravillosa que nos plantea Miyazaki, caminamos junto a Chihiro-Col y la seguimos durante su cocinado en el tomate y el caldo. Un recorrido plagado de peligros, de burbujeantes amenazas, de color rojo sangriento... Pero lejos de aplacar a la tímida niña, solventar problemas y plantar cara hace que se endurezca y madure en la olla. Su viaje emocional encuentra en la cocción la batalla final. Y por primera vez en todo el metraje, está preparada para ganarla.
Una vez concluye ese emocionante "end of the road" servimos a nuestra adulta y superviviente Chihiro en un plato y abrimos para liberar a sus padres (carne) del hechizo maldito. Nosotros nos maravillamos con la sutileza y la desbordante imaginación de Miyazaki y sus colores en las praderas, los océanos y desiertos, o sea, en la salsa, el relleno cocido y el verdor surrealista del cilantro. Y en cada bocado, nos alegramos de haber formado parte de Chihiro y de su fantástico viaje culinario...