Me encantan las verduras, creo que esto ya lo he dicho antes, bueno, es que realmente me encantan. Entre mis platos favoritos están las judías verdes, simplemente cocidas, acompañadas de unas increíbles patatas de Tosende (Baltar, Ourense) y un buen aceite de oliva virgen extra, ya veis, que poco original!! Puedo disfrutar como una enana con una ensalada que no tenga más que lechuga, tomate y cebolla.
El caso es que, siendo mi gusto tan vegetal, hasta a mí se me hace increíble el no haber hecho más incursiones en un sinfín de platos que nos ofrece la gastronomía española, como pueden ser el gazpacho, el salmorejo, la pipirrana, la porra antequerana, la mazamorra, la escalivada… donde los ingredientes principales son vegetales.
Ninguno de estos que os menciono son típicos de la gastronomía gallega, ni es habitual su preparación en las casas. Ha sido siempre en algún viaje por la geografía española cuando he tenido la oportunidad de disfrutarlos. Pero eso se acabó, no existe ningún motivo para que no podamos preparar estos platos en casa, ya que, en la mayor parte de los casos, son recetas sencillas al alcance de cualquier cocinillas con mínimos conocimientos.
La receta que os presento, el salmorejo, no es más que una crema fría cuyos ingredientes principales son tomate, pan, ajo y aceite. Es muy conocido el cordobés, pero en realidad existen tantas variantes como cocinero/as que lo preparan: que si le añadimos vinagre, que si lo acompañamos con jamoncito y/o huevo cocido, que si nos aventuramos un poco más y agregamos pimiento, o calabacín, o cebolla…
El salmorejo, en su origen fue un plato de supervivencia y aprovechamiento, se empleaba el pan duro de días anteriores majándolo en agua, sal y aceite, creando así una sopa comestible. Parece ser que la llegada del tomate, como uno de sus ingredientes, fue mucho más tardía, cuando se introdujo en la Península Ibérica, convirtiéndose en parte fundamental de su elaboración.
El secreto del éxito, tanto de gazpachos como de salmorejos, al tratarse de platos con ingredientes en crudo, es la calidad de los mismos. Debemos elegir tomates maduros y sabrosos y un buen aceite de oliva virgen con sabor suave y afrutado, para evitar que enmascare el resto de sabores y una posible acidez.
RACIONES: 6
DIFICULTAD: Fácil
TIEMPO: 20 minutos
SALMOREJO:
1 kg. TOMATES MADUROS
150 gr. PAN DURO
100 ml. ACEITE OLIVA VIRGEN EXTRA
1/2 DIENTE DE AJO
SAL
1.- Escaldamos los tomates en agua hirviendo durante 3 minutos para eliminar su piel con facilidad. Otra opción sería triturarlos con la batidora, una vez troceados, y colarlos para eliminar cualquier rastro de pielecilla que pudiera haberles quedado.
Hay quien les retira las semillas para evitar el posible amargor, pero si los tomates son de calidad opino que no sería necesario.
2.- Una vez preparados los tomates sin piel, los troceamos (si hemos optado por la opción de escaldarlos) y reservamos.
3.- En un bol grande troceamos el pan y vertemos sobre él los tomates, removiendo para hacer que se empapen de su jugo. Si es necesario dejamos macerar la mezcla durante media hora hasta que el pan esté totalmente humedecido.
4.- Añadimos el aceite de oliva virgen extra, una pizca de sal, el medio ajo troceado y batimos con la batidora. Al ajo podemos eliminarle el corazón para evitar que repita. Nos quedará una crema con una textura gordita y densa. Guardamos la mezcla en la nevera hasta el momento de consumirlo para que esté bien fresquita, pudiendo aguantar un par de días.
5.- Podemos acompañarlo de huevo cocido troceado y/o taquitos de jamón serrano.
Espero que os haya gustado la receta tanto como a mí, ya me contaréis. Bicos.