La cocina anglosajona se basa normalmente en recetas sencillas, con técnicas tradicionales y procesos básicos. Aun así, en mi opinión, o precisamente por ello, pienso que cuenta con platos increíbles. El chicken pie o pastel de pollo y el cottage pie o pastel de carne, en su versión salada, o el buenísimo lemon curd, en su versión dulce, son prueba de ello. Hoy os traigo la receta de uno otro de sus clásicos, los scones. Se trata de un híbrido entre panecillo y galleta que se consume tradicionalmente en desayunos y meriendas.
Lo más tradicional es acompañar estos panecillos, aun tibios, con una buena cantidad de mantequilla y mermelada, en este caso de moras, o con su clásica crema de limón, el lemon curd. Aunque se cree que su origen es escocés, en torno al 1500, hoy en día forman parte de la tradición de todas las Islas Británicas. Si queremos preparar un momento five o`clock genuinamente inglés, estos panecillos no pueden faltar.
RACIONES: 16-19 ud.
TIEMPO: 30 minutos
DIFICULTAD: media
SCONES:
250 gr. HARINA DE TRIGO
10 gr. LEVADURA
120 gr. LECHE
50 gr. AZÚCAR
75 gr. MANTEQUILLA
1 ud. HUEVO M
1 cdita. ESENCIA DE VAINILLA
1/4 cdita. SAL
1.- En un combinamos todos los ingredientes secos, la harina, la levadura, la sal y el azúcar. Añadimos la mantequilla bien fría en daditos pequeños y la incorporamos con los ingredientes secos hasta que nos quede una arena. Podemos utilizar un tenedor o la punta de los dedos, intentando no transmitir calor a la masa para que la mantequilla no se derrita.
2.- En un cazo batimos el huevo con la leche y lo incorporamos a la arena de harina y mantequilla. Comenzamos a incorporar el líquido con un tenedor hasta que podamos formar una bola compactándola con las manos. Es importante no manipular la masa en exceso, se trata de integrar los ingredientes, no de amasar. Podría ser que nos quedara una masa excesivamente seca, sin problemas añadimos 10 o 20 gr. más de leche.
En función del tipo de harina que usemos, esta tendrá más o menos humedad, por eso la proporción de líquido necesario puede variar. Os recomiendo ir empezando poco a poco a integrar los líquidos dejando un poco para el final una vez que ya vamos viendo como queda la masa, y si es necesario añadir una pizca más, la añadimos.
3.- colocamos la masa sobre una superficie enharinada y la compactamos con las manos. Tenemos que dejar la masa en forma de plancha, con unos 2 cm. de espesor. Alisamos la superficie haciendo un par de pasadas con un rodillo y, utilizando un cortante de galletas redondo de unos 5 cm., cortamos los scones. Es muy importante que enharinemos el cortante en cada pasada, así evitamos que la masa se quede pegada al hacer el corte, lo cual dificultaría que los scones subieran durante el horneado.
4.- Vamos colocando los scones en una bandeja de horno cubierta con papel sulfurizado. Pintamos con leche cada uno y, con el horno previamente caliente a 200ºC, horneamos durante unos 15 minutos, hasta que vemos que estén doraditos. Una vez que los scones estén listos los pasamos a una rejilla hasta que se enfríen ligeramente, lo tradicional es que se consuman aun tibios.