Después de dos horas, volaba ráuda y veloz hasta el autobús que me trasladaba hasta el Rincón de la Victoria, donde me esperaban seis o siete horas intensivas de inglés con mi querida profesora Miss Violeta.
La nostalgia me hace viajar en mi memoria a mis paseos matutinos por la calle Larios de camino a mi academia, lugar donde los malagueños de entonces, año 1970, tenÃamos varios hitos representativos: quedar los jóvenes en la puerta de la farmacia Caffarena, tomarnos un helado en Casa Mira, comprarnos los primeros vaqueros de la marca Alton ó el â??chemà lacósâ?? en la única tienda donde se podÃa conseguir: Ceisa.
Calle Larios, se inauguró en el año 1891. El dÃa 1 de Mayo de 1880, el alcalde Alarcón Luján (era de Cártama), hizo públicas las bases de una sociedad anónima para promover la construcción de la calle en su honor. El capital se fijó en un millón de pesetas; cuarenta acciones de 25.000 Ptas la adquirió la familia Larios (sà la de la famosa ginebra que era malagueña por cierto), por lo que se hizo cargo del proyecto constructivo.
En agradecimiento, el ayuntamiento levantó una estatua a Manuel Domingo Larios y Larios justo en la entrada de la calle, con la proclamación de la Segunda República, fue renombrada como Calle 14 de Abril, siendo la estatua derribada por la multitud y arrojada al mar.
En su lugar se colocó la estatua del obrero que hasta entonces se encontraba a los pies de la estatua del Marqués.
Tras el fin de la Guerra Civil, se le devolvió el nombre original a la calle y la estatua del marqués fue recuperada del mar y vuelta a colocar en su posición original, que se mantiene en la actualidad, con el obrero a sus pies.
A pesar de los años, de los cambios de los negocios, se han ido perdiendo los comercios tradicionales, Calle Larios sigue siendo punto de encuentro y paseo de todos los malagueños, quizás la calle más bonita y representativa de Málaga. La academia Almi, continúa allÃ, en el mismo sitio. Mi cariñoso homenaje personal a D. Joaquin y a Doña Joaquina, que a través de los años su academia fue â??la canteraâ?? de la gran mayoria de las personas que yo contrataba para la empresa de la que durante más de mi media vida fui directiva y en la que mis primeros años tecleaba nueve horas al dia, seis dÃas a la semana, montañas de letras de cambio, dando lugar a que mis dedos meñiques estén ligeramente deformados. Gajes del oficio.
Y aunque parezca mentira, cocino la mayorÃa de las veces, casi como tecleo rápidamente.
Aunque hay recetas que hay que hacerla y disfrutarla bien despacito, como éste solomillo al aroma de brandy y tomillo.
Para hacerlo:
Cortar los solomillos en medallones redondos y aplanar golpeándolos.
En una cacerola plana echar un chorreón de aceite de oliva virgen extra (usé aceite de Ardales, malagueño).
Cortar una cebolla blanca, dulce, en trozos pequeñitos y colocar los filetitos de solomillo encima, salpimentar al gusto y freir hasta que quede el conjunto bien doradito.
Echar medio vaso de un buen brandy (uso de Jerez) y dejar evaporar el alcohol, agregar medio vaso de caldo (puse caldo del puchero, pueden ver mi receta en el buscador o primeros platos) y llevar a ebullición, removiendo hasta conseguir la textura de la salsa deseada.
Unos minutos antes, añadir el tomillo (a ser posible fresco).
Acompañar con patatas a lo pobre.
Nota: Una de mis ilusiones, es poder conseguir una máquina de escribir como en la que aprendà a teclear. ¡¡ Algún dÃa !!