Después de echar un vistazo a algunas de las versiones de esta receta, aquí os presento mi propia versión, manteniendo los ingredientes básicos sobre los que se basa. La imagen nos permite hacernos una idea de lo deliciosa que es:
Aún así, os aseguro que está mucho más rica de lo que puede parecer ya de por sí. ¿Vamos con los ingredientes?
1 cebolla
800 g de carne de ternera para guisar (tapilla, falda, morcillo, etc)
300 ml de cerveza negra (por ejemplo una Westmalle)
50 g de mantequilla o margarina
2 rebanadas de pan de molde
2 hojas de laurel
Mostaza (preferiblemente de Dijon)
Pimienta
Sal
Nuez moscada
Perejil fresco (opcional)
Pelamos y picamos la cebolla lo más pequeña posible. Ponemos la mantequilla a fundir en una cazuela y doramos la cebolla en ella.
Salpimentamos la carne y espolvoreamos un poco de nuez moscada molida. Incorporamos la carne a la cazuela y la sellamos removiendo sin parar hasta que vemos que está ligeramente hecha por todos lados.
Añadimos la cerveza y dejamos que empiece a hervir. Untamos las rebanadas de pan de molde con la mostaza por las dos caras.
Echamos el laurel y el pan untado en la cazuela. Bajamos el fuego al mínimo y tapamos. Dejamos que la carne se estofe entre una hora y media y tres horas, vigilando que la salsa no se consuma en exceso y se pegue el fondo.
Servimos en un plato y espolvoreamos con un poco de perejil picado si queremos. Tradicionalmente se suele acompañar con patatas fritas, aunque también se puede mezclar con un poco de arroz cocido, poner puré de patatas como guarnición o simplemente servirlo solo.
Os aseguro que no destaca ningún sabor sobre otro. Todo está perfectamente equilibrado y ni la mostaza pica en exceso ni la cerveza amarga en la salsa.
Este es el primer plato belga que preparo, pero espero que no sea el último. ¡Anímate y te aseguro que no te arrepentirás!