Yo soy más de salado que de dulce, soy de las que veo un escaparate y seguramente entro a comprar algo dulce ... pero no sé qué pasa que salgo de la tienda con algo salado ja, ja, ja. Y los pasteles o tartas saladas son mi debilidad, ésta en concreto me encanta.
Esta tarta la hice para un cumpleaños de mi madre y se ha quedado en mi recetario para siempre. La masa es una masa quebrada casera, crujiente y deliciosa y el relleno ... mmm el relleno, es una bechamel cremosa con un intenso sabor a cebolla caramelizada, una pasada!!!
Los ingredientes que utilizo son:
Para la masa quebrada:
250 grs. de harina normal.
100 grs. de mantequilla.
un chorrito de agua y un pellizco de sal.
Para el relleno:
1 kg. de cebollas dulces.
3 cucharadas soperas de harina.
30 grs. de mantequilla.
1/2 l. de leche.
100 grs. de queso emmental rallado.
Sal, pimienta y nuez moscada.
Lo primero es cortar y pochar la cebolla, que lleva su tiempo, yo a veces incluso lo hago el día antes. Se corta en juliana fina y se pone con un buen chorretón de aceite al fuego, le doy unas vueltas y cuando empieza a ponerse transparente le bajo el fuego y la voy moviendo de vez en cuando hasta que se carameliza (puede llevar 40-45 minutos). La pongo en un tuper con su aceite y la dejo hasta el momento de usarla.
Ahora vamos con la masa, ésta es una masa que por ejemplo para una quiche es perfecta porque no cuesta nada de hacer y no tiene nada que ver con una masa brisa de compra.
Se pone en un cuenco la harina, la mantequilla fría cortada en cubitos y la sal y con las manos vamos deshaciendo los cubitos de mantequilla mezclándolos con la harina, se formará una especie de arena gorda, se añade el agua a cucharadas, primero 2 y se amasa pero si queda demasiado seca añadís alguna más hasta que se forme una masa cohesionada.
Se hace una bola, se recubre bien con film y se mete a la nevera mínimo una hora.
También se puede hacer con tiempo pero tener en cuenta que si lleva muchas horas en la nevera hay que sacarla una hora antes de usarla porque sino no hay manera de estirarla.
Se enciende el horno a 180 grados.
Se enharina una superficie y se estira la masa con un rodillo hasta dejarla bien fina, se engrasa un molde desmontable y se forra con la masa. Vamos a cocerla en blanco, o sea sin relleno, para ello la pinchamos y le ponemos un papel de horno encima y garbanzos o algo de peso para que no se deforme.
La metemos en el horno a 180 grados unos 20 minutos.
Cuando esté la sacamos del horno y la reservamos. El horno se queda encendido porque después la volveremos a meter para acabarla.
Mientras la masa está en el horno vamos con el relleno.
Para el relleno yo pongo la cebolla en un colador y recupero el aceite.
En una sartén grande pongo un taquito de mantequilla (30 grs.) y 2 cucharadas del aceite de freír la cebolla a calentar. Se añade la harina y se sofríe un poco para que pierda el gusto de harina cruda, entonces voy añadiendo la leche poco a poco y removiendo hasta que no haya grumos.
La bechamel tiene que quedar bastante espesa pero no mazacote je, je. si hace falta un poco más de leche se puede añadir.
Se añade la cebolla caramelizada y se mezcla todo hasta integrar por completo, se prueba para rectificar de sal, se le puede añadir nuez moscada y pimienta blanca a gusto.
Se echa sobre la masa cocida esparciéndola bien para que quede lisa.
Se reparte el queso rallado por encima y al horno.
La tendremos 20 minutos a 180 grados.
Bye.