¿No me digáis que no se os hace la boca agua?. Ya sólo la pinta es para morirse. Además, pocas cosas hay más románticas que los fresones. Son rojos, color que representa la pasión, como los corazones de San Valentín. En un ranking de ingredientes amorosos, creo que sólo serían superados por el chocolate. Como ya preparamos un tierno "Bizcocho 4 cuartos de chocolate y vino tinto", tocaba lanzarse a por una receta con más color.
Para el bizcocho he utilizado la receta de un Sinuás o bizcocho base. Esta vez no he incluido muchas fotos, pero si tenéis dudas sobre su elaboración, podéis echar un ojo en la entrada sobre el "Bizcocho Sinuás" o en el post sobre "Cómo elaborar masas batidas ligeras". Por cierto, puede que os suene la crema de queso que acompaña a los fresones, porque ya la utilizamos en su día para rematar unos deliciosos "Cupcakes de zanahoria especiados con crema de quesoMascarpone". Está tan rica, que a veces la preparo simplemente para acompañar un buen tazón de fresones. ¡Probádlo!. ¡Os va a encantar!.
Hoy también me he dado una vuelta por internet para investigar un poco sobre el porqué celebramos San Valentín. Pues resulta que el día de los enamorados tiene un ¡origen cristiano!.
En la antigua Roma, desde el siglo IV se habían ido eliminando todas las fiestas paganas. El papa Gelasio I, allá por los años 494-498 d.C., decidió que quería acabar con la fiesta de Las Lupercales, que se celebraban cada 15 de febrero en honor a Lupercus, protector de los pastores. Así que instauró una nueva festividad justo el día anterior.
No se sabe con seguridad quién fue San Valentín, ya que hubo 2-3 mártires ejecutados en la época y con el mismo nombre. La leyenda más aceptada cuenta que, el emperador romano Claudio IIhabía prohibido el matrimonio de los jóvenes, porque opinaba que los solteros sin familia eran mejores soldados. San Valentín, posible médico romano que había decidido adoptar el catolicismo y ordenarse sacerdote, decidió desafiar al emperador celebrando bodas secretas. Cuando Claudio II se enteró de su desobediencia, mando llamar al sacerdote, para después encarcelarlo y finalmente martirizarlo y ejecutarlo el 14 de febrero del 270.
Desde que Gelasio I inaugurara la festividad, se ha celebrado con continuidad a lo largo de los siguientes siglos, hasta que en 1969 se borró del calendario eclesiástico, quedando como un día con santo pero sin celebración.
Muchos en España tenemos la creencia de que el día de los enamorados fue un invento de unos grandes almacenes. Aunque no digo que no se aprovecharan de esta fecha, comentaros que el primer registro que existe sobre la venta de tarjetas con bocetos románticos, data de la década de 1840. Fue la norteamericana Esther A. Howland quien las vendía en la librería donde trabajaba su padre en Worcester (Massachussets). Y fueron todo un éxito. ¡Qué avispadilla!. ;)
Imprimir receta
Tarta de fresones con queso mascarpone
(Para unas 10-12 raciones)
Ingredientes
- Para la compota de fresones
Fresones - 500 g
Azúcar moreno - 2 cdas colmadas
Zumo de medio limón
- Para el bizcocho
Huevos L - 3 uds
Azúcar - 90 g
Harina - 90 g
- Para el almíbar
Agua - 150 ml
Azúcar - 150 g
- Para la crema de mascarpone
Queso mascarpone - 250 g
Nata (crema de leche) para montar - 200 g
Azúcar glace - 150 g
- Para la decoración
Almíbar - El sobrante de empapar los bizcochos (colado)
Hojas de gelatina - 1 ud
Fresones - 18 uds aprox. (400 g aprox.)
Elaboración
Preparamos todos los ingredientes para que se atemperen a la temperatura ambiente, excepto la nata (crema de leche) y el queso mascarpone, que conservaremos en la nevera.
Lavamos todos los fresones en abundante agua fría y los secamos bien con papel absorbente. Separamos aquellos que vayamos a utilizar como adorno, seleccionando los que sean más iguales. Puedes utilizar la base del molde del bizcocho para calcular los que necesitas. Reservamos también 2-3 fresones para utilizar en la primera capa de relleno. El resto los troceamos y los ponemos a cocer, a fuego medio, junto con el zumo de limón y el azúcar moreno. Cuando espese y siga habiendo trocitos visibles, retiramos la compota del fuego y reservamos a temperatura ambiente para que enfríe.
Mientras tanto encamisamos un molde de unos 20 cm de diámetro, engrasándolo con mantequilla y espolvoreándolo ligeramente con harina. Precalentamos el horno a 180 ºC, con el calor arriba y abajo y la rejilla colocada un poco por debajo de la mitad del horno.
Para elaborar el bizcocho, batimos los huevos junto con el azúcar, hasta que tripliquen su volumen y formen una crema espumosa blanquecina. Añadimos la harina tamizada con una lengua y movimientos envolventes. Vertemos la masa en el molde encamisado y alisamos la superficie. Cocemos en el horno unos 15-20 minutos o hasta que al pincharlo con un palillo, éste salga limpio. Una vez horneado, lo desmoldamos en caliente y lo ponemos a enfriar, boca abajo, sobre una rejilla.
En un cazo, mezclamos el agua con el azúcar para hacer el almíbar. Lo ponemos al fuego y una vez que comience a hervir, lo dejamos cociendo 4-5 minutos para que coja un poco de punto. Reservamos a temperatura ambiente para que enfríe.
En un bol, mezclamos el Mascarpone con el azúcar, teniendo cuidado de no batir enérgicamente porque este queso se corta en seguida. Una vez ablandado, añadimos la nata (crema de leche) líquida y mezclamos bien. Podemos batir la mezcla a mano con una varilla, ya que al ser tan grasa monta rápidamente, aunque si lo prefieres, puedes usar una máquina batidora. Cuando se haya formado una crema consistente, sin sobrebatirla, para que no se corte, reservamos en la nevera hasta utilizarla.
Para rebanar el bizcocho, lo colocamos sobre una superficie que pueda girar. Marcamos los 2 cortes que vamos a hacer para dividirlo en 3 partes. Con un cuchillo de sierra, a partir de la marca inferior, cortamos todo el perímetro del bizcocho, teniendo cuidado de mantener siempre la misma altura y de no introducir mucho el cuchillo. Después, vamos cortando poco a poco a la vez que seguimos girando el bizcocho, hasta que hayamos cortado todo el interior. Separamos la primera rebanada y cortamos la segunda.
Con todas las elaboraciones preparadas, comenzamos a montar la tarta. Colocamos la rebanada inferior sobre un plato decorativo y la empapamos generosamente con almíbar. Extendemos la mitad de la crema de mascarpone y distribuimos unos pedacitos de fresones frescos (los 2-3 que habíamos reservado). Ponemos otra capa de bizcocho y almibaramos. Extendemos la compota de fresones. Rematamos con otra capa de bizcocho, la empapamos en almíbar y cubrimos con el resto de la crema.
Para decorar la tarta, distribuimos los fresones por toda la superficie. Hidratamos la hoja de gelatina y la disolvemos en el almíbar que nos haya sobrado, bien colado y templado (para que se pueda disolver la hoja). Cuando la mezcla esté fría y tenga un poco de cuerpo, pintamos los fresones para aportarles más brillo.
Como lleva nata (crema de leche) y queso hay que conservar la tarta en la nevera. Os recomiendo que la hagáis de un día para otro, porque después de un par de días todos los sabores están más unidos y los bizcochos más hidratados. Para poder apreciar su sabor al máximo, es mejor que la saquéis de la nevera un ratito antes de consumirla.
Y nada más. Espero que os guste, que la preparéis para vuestros San Valentines o en cualquier momento que haya fresones, porque también puede ser una tarta de cumpleaños estupenda. Cualquier duda que tengáis, podéis hacérmela llegar a través del formulario de contacto o de los comentarios de la entrada. ¡Besotes y Feliz San Valentín!.