¡¡He vuelto!!
¡¡He vuelto!!
¡¡He vuelto!!
Tal vez hoy no me lea nadie, ¡¡pero os grito a los cuatros vientos que he vuelto!!
Los últimos dos años han sido bastante malos -pésimos, incluso- (seguro que en siguientes posts os podré ir contando cosillas), he estado muy bajita de ánimo y mis ganas de idear, preparar y probar recetas chulas han estado por los suelos. Y ya no os digo nada del tema posterior: atrezzo, fotos, edición de imágenes, redacción del texto... Cero ganas.
El trabajo ha sido otro asunto: la pastelería fue mi refugio en mis momentos de mayor decaimiento hasta el punto de verme superada por la ansiedad y el estrés. Desde ese momento en que, hablando vulgarmente, peté, busqué la manera de cambiar el chip. Poquito a poco, estoy aprendiendo a no sentirme culpable por no coger todo el trabajo que me llega y a disfrutar del proceso. Saborear cada paso de un oficio tan bonito como el mío. Dejar de vivir como un autómata, trabajando sin consciencia, con el único fin de producir. Sin ponerle ese corazón tan necesario e imprescindible en todo lo artesano.
Aún sigo trabajando en ello, pero lo cierto es que el tiempo va devolviendo las cosas a su sitio. Ya me siento más fuerte, con más ilusión, ganas y motivación para regresar a este espacio al que tantas horas le he dedicado, en el que he invertido mucha energía, en el que hay mucho de mí y el que ha sido el germen del que ahora es mi medio de vida: Llebrés, mi pastelería.
Y retomo las publicaciones (no prometo que vayan a ser semanales, mensuales, quincenales..., pues no quiero sentirme en la obligación de crear contenido con una determinada frecuencia, y tener un nuevo motivo para estresarme) con una tarta que debería estar aquí desde tiempos inmemoriales, allá por 2011, cuando abrí este, mi preciado, blog. Una tarta que puede que sea de mis primeras incursiones reposteras, pues creo que la aprendí cuando tenía unos once o doce años (¡¡veinte años han pasado, madre mía!!). Una amiga de la familia, Irene, siempre que venía a comer a casa, la traía hecha. Sobra decir que nos encantaba a todos. Un día, aprovechando que me tuve que quedar con ella en casa, mientras mi madre estaba en el hospital, me la enseñó a preparar. Y desde entonces, me convertí en la encargada de hacerla en casa cuando había alguna cosilla que celebrar o, simplemente, porque nos apetecía.
Decir que es fácil se queda corto. Es ultrafácil.
Ahora que están tan de moda en redes sociales las recetas con pocos ingredientes, "¡con 4!"
"¿Quién da menos?"
"¡Con 3!"
"¡Pues yo con 2 y además sin horno"!
Y así hasta llegar al famoso crêpe con un ingrediente (hoy no me voy a extender con mi opinión acerca de determinados contenidos culinarios o reposteros, si es que a algunos se les puede denominar así), he aquí una tarta para la que tan solo necesitaremos cuatro ingredientes, sin horno, con la que solo ensuciaremos una cazuela y sin azúcar añadido.
¡Toma ya, influencers! ¡Superádmelo!
Una tarta de las que hacen hogar. De esas que se recuerdan con cariño. Al menos yo albergo muy buenos recuerdos de cada una de las veces en que la que la hemos compartido. Que gusta a toda la familia. De las que pasan de generación en generación.
Y dicho esto, ¡¡feliz 2023!!
Probadla a mi salud. Y brindemos por que este año venga cargado de recetas y momentos dulces.
Ojalá nos sigamos leyendo por aquí.
Tarta de piña, facilísima:
INGREDIENTES (para una cazuela de unos 20cm de diámetro)
Una lata de piña en su jugo de tamaño mediano (de unos 340g)
400mL de nata (crema de leche) líquida para montar
Un sobre de gelatina de piña
12-14 sobaos
PREPARACIÓN
En la cazuela, calentamos el jugo de la piña y la nata (crema de leche) a fuego medio. Cuando entre en ebullición, agregamos la gelatina y removemos hasta que se disuelva.
Retiramos del calor y dejamos que la preparación pierda un poco de temperatura.
Pasados unos 10- 15 minutos, aproximadamente, cubrimos toda la superficie con los sobaos. Cortamos aquellos que sea necesario para rellenar todos los huecos.
Cubrimos la cazuela con papel film y la llevamos a la nevera durante, al menos, un día.
Una vez que haya cuajado, calentamos la base y las paredes de la cazuela. Giramos hasta que se despeguen la crema de las paredes. Volcamos sobre el plato de servir y decoramos con una rodajas de piña.
VALORES NUTRICIONALES POR RACIÓN (salen 6)
Cal: 206Kcal
HC: 28,6g
P: 6,1g
G: 8g
Fibra: 0,2g