Últimamente mi marido está viajando con mucha frecuencia. Con dos hijas, sus varias actividades extraescolares, Hacienda intentando recuperar de mis ahorros parte de lo que le debe la infanta de España, una nevera que se vacía la capulla sin piedad, un padrastro rebelde en un dedo, y por suerte, un trabajo al que ir cada día y que milagrosamente sigo conservando, os imagináis que los inconvenientes de estar soltera por imposición son numerosos. Pero como en todas las situaciones, el ser humano se adapta, y ahora le encuentro hasta ventajas?
El grado de autosuficiencia desarrollada me ha reportado nuevos conocimientos, algunos sin los que podría haber vivido perfectamente, pero otros los valoro inmensamente.
El tipo de pila que lleva el mando del garaje, por poner un ejemplo, es una información que ocupa en mi cabeza a punto de explotar un espacio muy valioso, y habría preferido no necesitar conocer.
En cambio, lo de haber aprendido a abrirme yo sola las botellas de vino, pues oye, me parece útil. Porque si se va de viaje uno o dos días, la cosa se lleva más o menos, pero si se va tres semanas seguidas con sus fines de semana, pues oiga, se impone la cogorza solitaria cuando acuesto a las niñas. Y ya me he visto en la tesitura de tener que cortar el corcho y mpujarlo para dentro para luego comerme los trozos que caen dentro de la botella. Y creo que yo me merezco algo mejor. Se acabó lo de que el vino lo abra él siempre. Ahora soy más independiente y me tomo un chato cuando quiero/nopuedomás.
La presión de los neumáticos? ¿os podéis creer que es distinta en las ruedas de delante y en las de detrás? Otra cosa sin la que podría haber tenido una vida feliz y apacible hasta el fin de mis días. Pero no, he tenido que aprendérmelo. Y tienen un pitorro con una capa negra por encima que he tenido que toquetear por todas partes porque no había manera de desenrroscar. Casi me he tenido que escaldar las manos para arrancarme la piel negra poque no salía con nada. Point en contra de estar sin marido.
Pero... ¿y el haber dejado de depender de nadie para descargarme todas las películas y series del mundo? Ahora soy más pirata que Jack Sparrow. No sé si debería decir esto justo ahora que Bárcenas deja un sitio libre en la cárcel?
En esta línea le he cogido el gusto a lo de
Como siempre, he hecho tunning de la receta original porque no me puedo aguantar, pero la esencia la conserva. He sustituido la masa brisa por una base de hojas de filo, que es una masa que me encanta como ya habéis podido comprobar en otras recetas (milhoja de frutas y crema y cigarritos de pollo al curry) y que le da un toque crujiente que me ha gustado mucho.
Ingredientes
8 hojas de pasta filo
3 tomates ensalada hermosos
2 cucharadas soperas de mostaza a l?Ancienne
3 cucharadas soperas de queso emmental rallado
una cucharada sopera de queso manchego curado rallado
Tomillo fresco
Hierbas provenzales
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta
Preparación
Engrasamos una fuente para horno o un molde. Del tamaño y forma que queráis, sólo hará falta adaptar el tamaño de las hojas de filo. El mío era un molde redondo y no corté las láminas. Precalentamos el horno a 190º.
Cortamos los tomates en rodajas, no muy finas, que tengan donde morder que luego perderán cuerpo con la cocción. Salpimentamos un poquito pero no mucho que la mostaza y las hierbas ya añadirán el toque sabroso.
Preparamos la base de filo. Sacamos una lámina y la pintamos muy ligeramente con aceite de oliva virgen extra. Colocamos otra lámina encima y hacemos lo mismo. Y así hasta 8. Yo no las he colocado apiladas exactamente en la misma posición sino que a cada una que iba colocando sobre la anterior, la giraba un poco. Para que los picos queden desiguales. Me parecía que quedaba más gracioso. Pero eso como queráis, que el sentido del humor es libre ;-)
Colocamos este montón en la base de la fuente ajustándolo a la forma que tenga y dejando sobresalir la masa por encima de los bordes
Cubrimos la base de filo con la mostaza, añadimos la mezcla de quesos rallados.
Ponemos los tomates encima colocados como más nos guste. Aquí la estética de cada uno manda. A mí me gusta así al mogollón. Si os gusta colocadito con forma de flor, adelante.
Añadimos el tomillo y las hierbas provenzales y un fino chorrín de aceite de oliva por encima de los tomates.
Al horno hasta que la filo esté dorada y los tomates tiernos. Unos 25-30 min. Dependerá un poco de lo gruesas que hayáis hecho las rodajas de tomate. Si la masa se dora demasiado podéis cubrir la tarta con papel de aluminio y dejarla un poco más en el horno para que los tomates terminen de hacerse y el queso se funda bien.
Cosas a tener en cuenta:
- es mejor esperar a cortarla a que entibie un poco porque nada más sacarla del horno hay muchos jugos del tomate que luego se asientan mejor.
- el escándalo de masa filo en trocitos que se monta al cortar esta tarta es considerable, por lo que aseguraos de hacerlo sobre un mantel que luego podáis sacudir fácilmente.
- la receta original era con masa brisa, con la que tiene que estar muy rica, pero se me ocurre que este relleno de mostaza y queso con tomate natural es perfecto también para tortillas de trigo estilo mexicano tostaditas en la sartén hasta que se derrite un poco el queso.
Por qué a mí?