Hacer de la necesidad virtud. O dicho de otra manera, sacar provecho o ver el lado positivo de una circunstancia adversa. Durante la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña sufrió escasez de alimentos; uno de ellos fue el azúcar. Y hubo que tirar de imaginación para buscarle un sustituto, un ingrediente para endulzar como por ejemplo la zanahoria. Con ella hicieron su famoso pastel de zanahoria o “Carrot Cake” con el que acompañar un buen té porque las tradiciones - y Gran Bretaña es un país muy de tradiciones- había que mantenerlas aunque Londres fuese el objetivo de constantes bombardeos. Una vez acabada la guerra mundial quienes popularizaron este pastel fueron los norteamericanos hasta el punto de dedicarle un día al año: el 3 de febrero es el Carrot Cake National Day. Ahora es fácil encontrar esta tarta en la carta de postres de muchos restaurantes y no hay que esperar a un día concreto del calendario para degustarla.
RECETA
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INGREDIENTES
5 huevos
250 g de panela
300 g de zanahorias peladas
150 g de aceite de girasol
225 g de harina común
Una cucharadita de canela en polvo
Un gramo de nuez moscada rallada
Un gramo de clavo de olor (opcional)
Un sobre de levadura en polvo
Una pizca de sal
60 g de almendra tostada en granillo
INGREDIENTES PARA EL RELLENO Y LA COBERTURA
250 g de queso mascarpone
300 g de nata (crema de leche) 35% materia grasa
150 g de azúcar glas tamizado
Una cucharadita de esencia de vainilla
PREPARACIÓN
Pelar y cortar las zanahorias, triturar en crudo junto con aceite de girasol y reservar.
Batir los huevos junto con la panela hasta duplicar su volumen.
Añadir las zanahorias y el aceite triturados.
Tamizar la harina, la canela, la nuez moscada, el clavo y la levadura en polvo.
Añadir en varias veces al preparado anterior mezclando con una espátula con movimientos envolventes.
Engrasar un molde desmoldable de 23 centímetros. Meter en el horno precalentado con aire a 175ª durante 35 o 40 minutos.
Comprobar que el bizcocho esté hecho y dejar sobre una rejilla durante 10 minutos. Desmoldar. Dejar enfriar.
Mientras, se prepara el relleno.
Poner en un bol el queso mascarpone, añadir la mitad del azúcar glas tamizado y la cucharada de esencia de vainilla. Mezclar con ayuda de una espátula hasta integrar bien los ingredientes.
Montar la nata (crema de leche) bien fría con la otra mitad del azúcar, agregarle el queso hasta que quede bien firme.
Cortar la tarta transversalmente con ayuda de una lira o un cuchillo de sierra.
Rellenar con una parte de la crema. Tapar con la otra parte de la tarta. Cubrirla por completo.
Dejar la tarta una hora en la nevera. Cubrir los laterales con la almendra.
Adornar al gusto.