No hay cosa que me guste más de las vacaciones en el pueblo que el volver cargado de productos del huerto de mis padres. Su sabor y el saber que no están tratados con productos químicos es un placer absoluto.
Para esta receta intento utilizar calabacines que no sean demasiado grandes, porque así son más tiernos.
Y como idea os pregunto: ¿Alguna vez habéis utilizado algún pescado que no sea bacalao desalado para hacer la brandada? Probarlo. Hay veces que cuando te sales de la norma te llevas agradables sorpresas.
Para la brandada de bacalao:
Versión con el calabacín horneado
- 200 gr de migas de bacalao desalado
- 1 diente de ajo
- Aceite de oliva
- Nata (crema de leche) liquida para cocinar
- Sal
Escaldamos el bacalao en agua hirviendo y después lo desmigamos.
Picamos el ajo y lo doramos en una cazuela con aceite de oliva. Añadimos el bacalao, removemos y retiramos del fuego.
Trituramos con la batidora mientras vamos añadiendo lentamente aceite de oliva y nata (crema de leche) liquida. Más o menos por cada cucharada de aceite añadimos media de nata (crema de leche). Echamos hasta que tenga una textura consistente. Salamos en caso de que sea necesario.
Reservar.
Para hacer el calabacín:
Versión con el calabacín a la plancha
- Medio calabacín
- Chorrito de aceite de oliva
- Sal y pimienta
Cortamos medio calabacín sin pelar en rodajas no muy gruesas. De unos 3-4 milímetros aproximadamente. Tenemos dos opciones para hacerlo. Una es distribuirlas en una bandeja con papel de horno, salpimentarlas y regar con un chorrito de aceite de oliva. Horneamos entre 10 y 15 minutos a 180°c.
La otra opción es hacerlas a la plancha con un poco de aceite.
Montaje:
Tostamos el pan, extendemos la brandada y sobre ella colocamos las láminas de calabacín. Opcionalmente vertemos un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
¡Qué aproveche!