Por primera vez, os enseño un bar sevillano fuera de las fronteras estrictamente de turismo. Esta nueva crítica va dedicada a un restaurante ubicado en la calle Diego Angulo Iñiguez, llamado La Monumental, de una estética muy andaluza y torera.
A veces, tenemos que salir de la zona de confort y mirar más allá. Con este simple gesto podemos descubrir miles de cosas en la vida y si encima lo aplicamos al mundo gastronómico, entonces lo que descubrimos son miles de sabores y lugares nuevos. Así descubrí La Monumental, bueno así y porque un amigo me comentó que estaba muy bien, todo sea dicho. Ya sabéis que el boca a boca es siempre la mejor publicidad para los bares y restaurantes.
Cuando entras te encuentras un bar muy andaluz, con cuadros en las paredes de toreros, con la cabeza de un toro disecado, no es la típica taberna, pues la imagen es mucho más pulcra, pero sí que mantiene esa esencia del mundo de la tauromaquia. De ahí su nombre, claro está. El ambiente ya te invita a pedirte un buen fino o manzanilla para empezar el día. Esto suena un poco a topicazo, pero es cierto.
Posee tanto una barra como mesas y en estas últimas también podéis tapear. Yo opté por las mesas, ese día estaba un poco vaga y prefería comer en ellas. Comencé con un poco de jamón, porque nada más entrar vi a uno de los camareros cortándolo y me entró por los ojos. Además, toda comida andaluza que se precie, siempre debe comenzar con un buen jamón.
Luego fue el momento de un "estoque" o así lo llaman, que es un pincho de solomillo y bacon acompañado de patatas. Como veis, juegan mucho con la temática de los toros y estaba muy rico.
Luego pasé a un entrante más de tipo pescado y la verdad que me enamoró este "bacalao monumental", que iba frito y acompañado con una salsa de la casa. Para mí, es cien por cien recomendable y mirad que soy bastante desconfiada cuando dicen que son salsas de la casa. Sin embargo, esta vez, fue todo un acierto.
De plato más contundente, pasé de tapas a media ración y opté por la recomendación del día, como eran los jamoncitos de pollo. Los cuales iban guisados con verduras. Lo cierto es que el punto de la carne estaba estupendo, las verduras también, pero, siempre hay un pero, me encontré con unos tacos de jamón que estaban húmedos. Es decir, sabían a humedad una barbaridad. Todos somos conscientes de que los tacos de jamón, como en casa, son "sobras", por decirlo de alguna forma. No obstante, eso no quita que si los pruebas y están malos, no los uses.
Bien, después de este chasco fue el turno del postre, que esperaba que me endulzara un poco para no llevarme una amarga sensación. Escogí una tarta de galleta casera que estaba riquísima. Aunque el aspecto no os guste mucho, os aseguro que estaba deliciosa.
Así fue mi visita a La Monumental. Sin embargo, vuelvo a incidir en un tema, que no es la primera vez que lo toco, y los que me leéis ya sabréis que suelo reivindicar mucho esto. Se trata del servicio que suelen darte cuando te ven tan jovencita comiendo en un sitio como este. En realidad no soy tan joven, pero mi cara de niña dice otra cosa. Bueno, pues el camarero que me tocó, no sé si es que tendría un mal día, pero no fue especialmente atento. Ojo que no digo que me tengan en palmitas, pero que te estén metiendo prisa o se vuelvan impacientes porque no sepas qué pedir cuando está la sala vacía, se irriten porque optes por tapa en vez de ración e incluso que te traigan mal un café porque les de la gana, son cosas que no se puede consentir. Mas, es algo habitual que me sucede, porque es el trato que se le suele dar a la gente joven y es porque muchos piensan que somos más un estorbo que otra cosa. Pues siento decir, que en mi caso, soy una persona joven, que aprecia la buena comida, que le gusta más que la comida rápida y además, trabajo y suelo dejar buenas propinas, así que fijaos lo que se perdieron.
CALIFICACIÓN = 6
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Texto e Imágenes: PROPIAS