Aunque al antiguo pueblecito pesquero murciano de Calabardina se le asocia desde épocas inmemoriables con la pesca, escuchar su bonito nombre para mi tiene un significado especial: paraiso del submarinismo.
Hace ya muchos años, yo aún no buceaba ni tan siquiera en apnea, mi marido hizo sus primeras inmersiones a más de treinta metros y realizó buceo nocturno en sus estupendos fondos marinos; una experiencia inolvidable para él, que me transmite con todo lujo de detalles: acantilados rocosos que se adentran en el mar, praderas de posidonia, pecios hundidos intencionadamente creando arrecifes artificiales, todo ello permiten unos fondos marinos donde conviven toda la fauna propia de nuestro mar Mediterráneo
Mi marido bajó al Montoya, éste barco se encuentra a 35 mts de profundidad, sobrevolándolo y nadando alrededor grandes serránidos, abadejos, corvinas, nubes de peces: sargos, dentones, obladas, etc., él tuvo la suerte de poder ver un gran pez luna y entre los restos del barco se asomaban grandes cabezas de congríos y morenas, pero lo que más le impresionó fue poder dar de comer con su propia mano a un gran mero (Epinephelus lanceolatus).
Este hermoso y noble animal, cada vez más escaso en nuestros mares debido a la sobrepesca, de aspecto robusto, de color marrón con manchas blancas, un pez solitario, muy territorial habita en zonas rocosas donde abunden cuevas y agujeros en aguas produndas, con una cabeza y boca muy grandes, cuya mandibula inferior (muy dentada por cierto) le sobresale de la superior, y le hace parecer siempre enfadado, que a lo largo de su vida (después de 10 años aproximadamente) cambia de sexo, pueden alcanzar algunos ejemplares los 300 kg de peso y llegan a vivir hasta 50 años.
Tanto en el Mercado Central malagueño “Atarazanas” como en el de Huelin, suelo encontrarlos, son pequeños, pero ideal para conseguir unos buenos filetes de carne blanca, consistente y hacerlos a la plancha. En la pescadería se encargan de prepararmelo (siempre las espinas, la cabeza, inclusive la piel una vez descamada es ideal para preparar un buen caldo que se puede congelar y tenerlo como base para otras recetas).
Hace años era un plato habitual en los restaurantes y chiringuitos malagueños, hoy en día es dificil (aunque no imposible) de encontrar en sus cartas.
Un plato de un riquísimo pescado, fácil y rápido de hacer. No hay que olvidar el dicho: “de la mar el mero y de la tierra el cordero”.
¿Como lo hice?
Preparar el “majaillo”:
En un mortero poner dos dientes de ajo con una pizca de sal y machacarlo, echar perejil fresco muy picadito y remover.
Echar zumo de uno o dos limones y aceite de oliva virgen extra y remover para que emulsione. Mientras, en una plancha o sartén echar un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión aceite he usado de Riogordo, malagueño).
Cuando esté muy caliente, poner los trozos de mero, unos minutos por cada lado, salándolos posteriormente al gusto.
Emplatar los filetes de mero y echar el majaillo por encima.
Acompañar con patatas a lo pobre (pueden ver la receta en el buscador del blog).
Disfruten de la mar, de sus productos, de las olas, de su olor, de sus paisajes tanto submarino como exterior ¡¡ es tanto lo que nos ofrece !!
Les dejo un poquito de ella en ésta entrada un plato de un magnifico pescado: mero y una preciosa imagen de una playa andaluza, gaditana, pintada por mi suegro y que disfruto cada dia.
Espero les guste, buen fin de semana.