No estamos para derrochar ni para malgastar. Hay que aprovecharlo todo. Dar una segunda oportunidad a los alimentos. Creemos que con esta finalidad se inventó la croqueta, este cilindro o bola de carne, pescado u otros ingredientes, que una vez triturados y ligados con una bechamel se reboza y se fríe hasta conseguir esta textura crujiente por fuera y tierna por dentro. Hay gente que a las croquetas las llama “concretas”. Evidentemente es un error, pero un error que no deja de ser una verdad porque en las croquetas se concreta todo el saber culinario de nuestras madres y abuelas que se ha transmitido de generación en generación. Por ello no está de más que a la croqueta se le dedique un día al año que se celebra cada 16 de enero.
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