Los niños contábamos nuestro día en el cole, mi abuela y mi madre hablaban de lo caro que estaba el mercado y mi abuelo y mi padre de sus cosas en sus respectivos trabajos.
Nada que ver con las prisas de hoy en día. Nunca en casa se puso la tele a la hora de comer porque era un momento de reunión y de charlas y de contar nuestras cosas. No recuerdo haber comido sola ni he comido nunca en un comedor escolar,como la mayoría de mis amigas.
Creo que tuve una gran suerte . Por eso me dije, que siempre que pudiera, iba a seguir manteniendo en mi casa esa forma de vivir. No por ello quiero decir que sea ni mejor ni peor que otras pero he tenido el privilegio de poder hacerlo.
Algo que en casa se repetía todos los días era que en el plato no se dejaba nada, todo lo que en él había era para comer . Así que desde pequeños nos acostumbramos a comer la cebollita, el pimiento y el tomate que había en el guiso. Del plato no se separaba nada que fuera comestible. Jamás vi a mi madre pasando las verduras del guiso, de las salsas o del potaje. Nos decía que la cebolla era buena para la vista, el pimiento tenía vitaminas y las zanahorias que eran estupendas para coger colorcito en la playa.
¡ Vaya que no dejábamos ni las migas de pan ! ¡ Jajajaajajaja !
Así que hoy os dejo este aliño de zanahorias, fresquito y rico para que no os haga falta bronceador. Ideal como aperitivo en cuencos repartidos por la mesa, entrante o guarnición.
INGREDIENTES
4 zanahorias
2 huevos duros
1 cebolleta
perejil fresco
aceite de oliva
vinagre
sal
PREPARACIÓN
Pon agua a calentar y echa las zanahorias peladas y cortadas en rodajas. Cuando estén tiernas deja enfriar y escurre bien.
Ponlas en una ensaladera o fuente ce servir , añade la cebolleta y los huevos duros picados, espolvorea el perejil y aliña con aceite , vinagre y sal al gusto.
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