Quizás no conozcáis esta almeja. Llega a alcanzar un peso y tamaño importante y su carne es muy jugosa tanto en crudo (como suele comerse en mi provincia) como guisada a la marinera, como hoy os la presento. Es una delicia. Se trata del "bolo" o "porro" como se le conoce aquí. Su nombre latino es la Venus verrucosa y en otras latitudes se la conoce como: escupiña grabada, almejón, pie de burro, etc.
Si la veis en el mercado... cogeros unas cuantas, que alucinareis en colorines mientras se deslizan refrescando vuestros gaznates.
Comerse un bolo en crudo es muy parecido a comerse una ostra. Se abre apretando con la punta de un cuchillo por la parte de "atrás", por la unión entra las dos valvas (las conchas) y una vez abierta, disfrutar del trago.
Hoy he querido mostrar como prepararlas a la marinera, aunque he simplificado también la receta tradicional que incluye harina y cebolla. Yo he prescindido de esto para disfrutar el sabor puro de la almeja, para que no quede enmascarado.
Hacer unas almejas de esta forma resulta más simple que el mecanismo de un botijo: una gota de aceite de oliva, un par de ajos machacados y una ramita de perejil. Un poco de vino fino (o el que tengáis por vuestras latitudes) y tres minutos de cazuela tapada.
Preparad una copa de vinito blanco bien fresco para acompañar.