INGREDIENTES (2 personas)
3-4 contramuslos de pollo deshuesados
1 taza de arroz largo
1 cebolla blanca o morada
1 diente de ajo
1/2 litro de caldo de pollo
2 cucharadas de berbere (mezcla de especias etíope)
1 cucharadita de canela molida
1 cucharada de jengibre molido
1 cucharada de comino molido
4 clavos de olor
1 lima (su zumo)
Sal, pimienta molida y aceite de oliva
Tiempo: 45 minutos
Película comparada: MEMORIAS DE ÁFRICA (Sidney Pollack - 1985)
Hoy emprendo un viaje a las entrañas de África. Y no podría realizarlo sin la maravillosa mezcla de especies "berbere" que me consiguió +Leyre Medrano. A ella le debo este billete de ida a la cocina de Etiopía y espero haberme acercado lo más posible a esa impresionante mezcolanza de aromas y sabores que se debe experimentar por allí. Os recomiendo encarecidamente que viajéis conmigo a lo largo y ancho de esta receta. Merece la pena perderse de vez en cuando para encontrar este universo plagado de fragancias, matices, texturas... Hoy vamos a escribir nuestras propias memorias de África. Silencio... se cocina.
Primeros pasos
Lo más interesante de este tipo de recetas (que llevan tantos ingredientes) es dejarlas ya a mano con las medidas preparadas. Así nos ahorramos tener que buscar en mitad del cocinado la dichosa especia que yo dejé en este estante y ya no está.
Igualmente cogemos el pollo (ya deshuesasdo) y lo limpiamos de grasa, telillas y restos de huesos. Lo troceamos en dados y lo echamos en un bol. Añadimos el jengibre molido y el comino con un poco de un buen aceite de Oliva y salpimentamos ligeramente. Lo tapamos y dejamos macerar en la nevera una media hora (cuanto más tiempo mejor y más aromatizado quedará, ya lo sabéis)
Pollo especiado con jengibre, comino y aceite
Cortamos la cebolla en brunoise o en juliana (eso ya lo que más os guste) y la ponemos a pochar en una sartén honda o una olla con un poco de aceite. Dejaremos que se vaya pochando unos 20 minutos a fuego suave y removiendo de vez en cuando para evitar que se queme. A la mitad, podemos añadir el ajo picado. NOTA: Una vez que haya cebolla en la sartén, el ajo ya no se nos quemará.
Cebolla y ajo pochándose...
Pollo y arroz a escena
Mientras se sofríen la cebolla y el ajo ponemos a calentar en una cazo el caldo de pollo para tenerlo caliente a la hora de añadirlo. NOTA: En este punto ponemos a precalentar el horno a unos 200º
Sacamos nuestro pollo especiado de la nevera para que se atempere unos minutos.
Volvemos a la sartén. Cuando la cebolla y el ajo estén bien pochados, añadimos los clavos, la canela y 2 cucharadas generosas de berbere. Mezclamos bien y dejamos cocinar removiendo sin parar unos minutos. Añadimos el zumo de la lima y removemos una vez más.
Berbere: mezcla de especias
(cardamomo, chile, cilantro, pimienta de Jamaica...)
Turno de añadir el pollo a la sartén. Subimos un poco el fuego y lo vamos salteando con energía unos 2 minutos. Dejad que los aromas inunden la casa...
Acto seguido añadimos el arroz y lo sofreímos 1 minuto con el conjunto de ingredientes. Incorporamos el caldo de pollo (que habremos mantenido caliente) y lo dejamos cocer todo a fuego vivo 5 minutos. Removeremos suavemente para repartir el arroz.
Momento de introducir la sartén en el horno. Dejaremos que se termine de cocinar durante 8 minutos. Pasado ese tiempo el caldo ya se habrá consumido casi por completo. Y tendremos listo el plato.
Emplatado
Es recomendable que una vez que saquemos la sartén del horno (con mayúsculo cuidado de no sufrir quemaduras innecesarias) mezclemos bien.
En un plato hondo (mi opción) colocamos un molde redondo y lo rellenamos con el arroz y el pollo. Presionad bien en el fondo y los laterales para que al desmoldarlo quede firme.
Y no hay más. Un plato único, aromático, distinto, potente, espectacular... Espero que os animéis y os lancéis a esta cruzada. ¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
OUT OF AFRICA
("Memorias de África" de Howard Hawks - 1962)
Parto de una idea: ya que mi estimada amiga Leyre partió a África en busca de aventura (y romance) había que materializar esa odisea en la comparación. El continente africano posee los mejores decorados naturales de todo el celuloide; tiene contrastes físicos - sabana, jungla, desierto... -, toda una paleta de colores según el momento del día, cielos irreales... y muchas son las intentonas de captarlos con la cámara. "Memorias de África" sea uno de los mejores ejemplos de los que fueron un éxito. Ya no de taquilla o de estatuillas, que también, sino un acierto a la hora de catapultarnos a otro mundo...
En 1985, Pollack firma un clásico contemporáneo con "Memorias de África", tal vez su última gran película antes de caer en mediocridades como La tapadera, Sabrina o Caprichos del destino... Atrás deja un reguero de maravillas del celuloide como "Las aventuras de Jeremiah Johnson", "Ausencia de malicia", "Los tres días del Cóndor" o "Yakuza". Pollack se rodea de todo un arsenal de profesionales de altura para firmar un viaje edénico a las entrañas más bellas del continente africano. Redford y Streep como magistrales protagonistas, la magnífica fotografía de David Watkin, la partitura emblemática de John Barry o el afinado guión de Kurt Luedtke... son los engranajes técnicos y creativos que hacen girar estas memorias donde cabe todo: amor, romance imposible, soledad, ansias de libertad, dolor, superación, heroicismo... femenino. Que ya tocaba.
Redford y Streep encarnan esa pareja de amantes ocultos, de espíritus libres (él aventurero por naturaleza, ella necesitada de romper con su falso matrimonio), que entienden la vida de forma distinta y que, inexorablemente, están condenados a amarse. Lejos de caer en terreno empalagoso (a veces lo roza pero Pollack es bastante hábil para salir enseguida del paso) su historia romántica está plagada de obstáculos y tragedias. La fascinación de ella por el paisaje que se erige ante sus ojos no es sino la del espectador, que contempla a través del guía Redford un universo tan paradisíaco como atroz. Donde la belleza natural convive con la mano cruel del hombre, que no duda en viciar lo salvaje, lo puro, lo inviolable...
Nuestra receta es, como la película, un homenaje en toda regla a África. Si bien Pollack se apoya en la fotografía y en la banda sonora para recorrer por tierra y aire el vasto telón de fondo africano, nosotros tiramos de aromas, mezclas, sabores, texturas, condimentos... para intentar respirar lo más posible el mundo "de abajo". En la película era Kenia, en la receta es Etiopía, en general es África.
Es obvio que el berbere (nuestra mezcla traída directamente de las entrañas de Etiopía por Leyre "Streep") supone la gran baza africana del plato. Su fragancia es el aire que respira el personaje de la escritora danesa Isak Dinesen al tocar el suelo keniata por primera vez. Toda una explosión de especias que enseguida te asientan en otro universo y te despojan de tu coraza occidental.
Ella es el arroz, puro, blanco (su tez nunca estuvo tan blanquecina), que se arroja, grano a grano, sobre el misterioso reino de la sartén. Él es el pollo, aventurero, incansable, inquieto, lleno de vivencias en la piel, cicatrices existencias llenas de comino y jengibre... Juntos vivirán una odisea repleta de matices: canela, berbere, ajo, cebolla, clavos... Pequeños detalles que terminan por componer un paisaje tan admirable como peligroso. Que pica... o bien por el chile o bien por el martillazo a la conciencia humana que supone a la vida por esas tierras.
Concluímos estas memorias con el consabido final de su historia, nosotros les mezclamos y les hacemos disfrutar de un maravilloso romance en el horno (caliente, caliente), pero por desgracia sus propósitos son muy dispares. Y el arroz y el pollo, aún revueltos y perfectamente unidos con el molde de su pasión, acabarán por difuminarse. Cada bocado les alejará físicamente, pero África seguirá perdurando en nuestros paladares...