INGREDIENTES (2 personas)
2 lomos de bacalao fresco
4 patatas medianitas
1 tomate maduro
2 dientes de ajo
Comino en grano
Semillas de sésamo
Orégano seco
Sal, pimienta y aceite de Oliva Virgen Extra
Perejil fresco picado
Tiempo: 30 minutos
Película comparada: "CAUTIVOS DEL MAL" (Ver comparación abajo)
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Seguimos pescando en mar abierto y ofreciendo recetas marítimas para salirnos de la rutina y catar platos clásicos pero con acompañamientos y aliños diferentes. Hoy echamos la caña a un bacalao espectacular y a unas patatas gajo que no os dejarán indiferentes (espero). Una receta bien sencilla, muy socorrida y que alimentará vuestras ansias de cocinar, que sé que son muchas. Sin más dilación, nos ponemos el mandil, calentamos motores y nos vamos a faenar. Silencio... se cocina.
Las patatas gajo: actrices secundariasComo esta variante va con piel, tendremos que hacer un lavado a conciencia de las patatas. Las secamos bien y las cortamos por la mitad. Esa mitad en otra mitad y así iremos sacando gajos. Los colocamos en un bol y las salamos.
Por otro lado machacamos en un mortero el sésamo, el orégano y el comino en grano. Vertemos esa aromática mezcla de especias sobre las patatas. Añadimos pimienta y un buen chorro de aceite de oliva Virgen Extra. Removemos bien con las manos para que se impregnen todas las patatas.
Precalentamos el horno a unos 180º-200º. Lavamos el tomate y le hacemos una cruz con el cuchillo en la parte de arriba (para pelarlo luego mejor) Colocamos en una bandeja de horno las patatas, el tomate y cuatro dientes de ajo sin pelar. Regamos el tomate y los ajos con un chorrito de aceite de oliva y dejamos que se ase todo unos 20 minutos.
Pasado ese tiempo sacamos con cuidado. Dejamos atemperar el tomate y le extraemos la carne. Pelamos los ajos y trituramos todo con un chorro de aceite de oliva para conseguir una salsa densa, que utilizaremos para napar el pescado (es decir, para cubrirlo)
NOTA: No apagamos el horno.
El bacalao: la estrellaSalpimentamos nuestros lomos de bacalao. Y lo napamos (cubrimos) con la salsa de tomate. Lo colocamos en la bandeja, junto a las patatas (así se mantendrán calientes) y lo cocinamos unos 5 minutos y otros 2-3 minutos con grill.
Ya sólo nos queda emplatar esta joyita martíma. En un plato disponemos el bacalao bien cubierto con la salsa de tomate aromatizada y al lado las patatitas gajo. Espolvoreamos un poco de perejil fresco picado y ya tenemos nuestro Bacalao "Sonrojao" preparado para la cata.
¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
THE BAD AND THE BEAUTIFUL
("Cautivos del mal" de Vincente Minnelli - 1952)
No era fácil buscar un referente apropiado a esta maravillosa receta. A mis ojos (siempre alocados) me sugería desde el inicio que el pescado era una tentación asediada de hienas (gajo) dispuestas a devorarlo. Había que dar con algún guiño cinéfilo que representase a una figura omnipresente, que se asentase en el centro de las vidas de las demás y condicionase sus existencias. Y chispazo. Me vino a la mente esa gigantesca y despiadada obra de "cine dentro de cine" llamada "Cautivos del mal".
Vincente Minnelli es, a todas luces, uno de los mejores directores de la historia del cine. Y sus manos artesanas han trabajado en todo tipo de cine-cocinas. Musicales: Un americano en París o Brigadoon. Comedias: El padre de la novia. Biografías: El loco del pelo rojo. Aventuras: El pirata. Su sello es inconfundible, su talento inabarcable. Por eso cuando decide cavar en las entrañas de Hollywood y sacar su cara menos honorable, sólo podía salir una obra maestra. Dura, cruel, profunda, dolorosa...
Cautivos del mal narra (con un lenguaje moderno de continuos flash-backs) la historia de un joven aspirante a magnate de la industria (un Kirk Douglas maravilloso). Cuenta su ascenso, su estancia en la cima, la transformación del monstruo y su caída a los infiernos. Todo eso aderezado con aquellas personas (la bella Lana Turner, Walter Pidgeon, Dick Powell...) que una vez le fueron de utilidad para sus mordaces intereses, pero que una vez usados, no dudó en tirarlos a la papelera. Personas que le empujaron en su ascenso, que le cuidaron, le ayudaron, le soportaron, y que con el paso de los años sólo tienen rencor, odio, furia contenida hacia ese insaciable ser atragantado de su propia gloria.
Nuestra receta basa todo su contenido en esa figura (Douglas) central que gobierna el plato con su todopoderosa figura. El bacalao se nos resuelve aquí como ese titán cinematográfico, gigante, hinchado de poder y éxito. Su presencia en el medio del resto de ingredientes representa esa sensación ególatra de ser el centro de atención de todo y de todos.
La salsa de tomate se nos asemeja a todas esas sensaciones y emociones que posee el propio personaje y, al mismo tiempo, a las que provoca en el resto de la gente. El tomate asado, el ajo, el aceite de oliva, no son sino símiles culinarios para reflejar ese ramalazo de crueldad que tiene. Él bacalao es un ser benévolo, blanco, con ansias de triunfar... pero una vez que la salsa va cubriendo su mente, enseguida se convierte en alguien déspota, maquiavélico, cruel, despiadado...
La actriz que le amó, el amigo que le encumbró, el guionista que le ayudó... cobran aquí vida en esas patatas gajo que rodean al terrorífico héroe. Unas patatas inicialmente crudas, sin conocimientos de ninguna clase y que poco a poco van moldeando su personalidad y cobrando un sabor inusitado. El comino, el orégano y el sésamo terminan por volverles los seres que ahora son: personas cuya experiencia en el calor de la industria (o en el cocinado del horno) han creado una coraza emocional y una conciencia propia. No se dejarán pisotear nunca más. Ya no...
Cautivos del mal es una obra enorme que trata de los entresijos de unas hienas de Hollywood que no dudaban en quitarse del camino a todo aquello que entorpeciera su meteórica carrera. Nuestra receta es Hollywood. Es un pescado maquillado, salpicado de malas intenciones. Y son unas patatas gajo que intentan salirse de un mundo (o plato) demasiado bonito, pero demasiado cruel...