Su piso era de alquiler, no tenía coche y siempre se movía con transporte público. Hasta su trabajo era precario, aunque llevaba muchos años en la misma empresa, sus contratos eran por "obra y servicio". ¡Menudo concepto!
De la noche a la mañana eso había cambiado. La casa de su infancia, de sus mejores recuerdos, ahora era suya
Lo primero que hizo, fue llorar, llorar mucho
Por el regalo tan maravilloso que le había hecho su abuela y por los tiempos pasados que ya solo pervivían en su memoria y en su piel
La casa llevaba cerrada mucho tiempo, pero eso no la frenó para empezar a pasar en ella todos los fines de semana, puentes y vacaciones
Ella misma iba recomponiendo las pequeñas cosas, las grandes no podía asumirlas
En su cabeza bailaban mil ideas y aunque sabía que tardaría años en hacer de aquella casa lo que había sido, no le importaba
La paciencia y sus manos, era sus armas
Aquellas manos que volvían los lunes a la ciudad, agrietadas y llenas de cortes, pero que nunca habían visto a su dueña tan satisfecha y feliz
Los viernes era la primera en marcharse del trabajo, todos lo entendían. Ya ni pasaba por casa, por la mañana iba cargada con todo lo necesario para afrontar el fin de semana
Y cada atardecer, hiciera frío o calor, se sentaba unos metros alejada de la casa y se quedaba contemplándola
Volvía a ver a su abuela en la entrada, secándose las manos en el delantal que siempre llevaba puesto, llamando a su abuelo para cualquiera de las comidas
Y si giraba la cabeza hacia la huerta, allí estaba su abuelo encorvado, quitando con amor cualquier bicho que se estuviera comiendo sus alcachofas o sus judías
Lo veía incorporarse, quitarse el sombrero y mirar hacia el cielo, con su enorme mano a modo de visera. Él se entendía con aquellas nubes, con el sol, con la lluvia. Sabía siempre lo que le querían decir
En los últimos tiempo de su abuelo, este se había empeñado en pintar él solo la casa. No de un color cualquiera, no. La pintó de amarillo
Con los meses, comprendieron que aquel capricho no había sido idea de él, sino del alzheimer
Y allí estaba, una enorme casa amarilla en medio de una huerta
Llega la hora de entrar, cuando la sonrisa daba paso a la primera lágrima. Entonces, plegaba la silla y entraba
Aquella casa, con sus ruidos y sus muebles viejos, típicos de una casa largamente deshabitada
Aunque cada vez menos
INGREDIENTES
200 g de azúcar
3 huevos
140 g de aceite de girasol
140 g de leche
200 g de cola cao
200 g de harina
1 cucharadita de levadura
1 pizca de sal
Chips de chocolate
ELABORACIÓN
En un bol, batir los huevos y el azúcar hasta que blanqueen
Añadir el aceite, la leche
Mezclar
Añadir el cola cao
Mezclar
Añadir la harina, la levadura y la sal
Mezclar
Añadir los chips de chocolate
Remover
Verter la masa en un molde engrasado
Horno a 180º calor arriba y abajo 30
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Receta original de Aliterdulcia en Instagram