El jueves por la tarde salí tranquilamente de mi trabajo, me subí al autobús y me puse a cotillear Facebook. Chistes, vídeos de gatos y entre medias me encontré con una publicación de Toñi de Azúcar en mi cocina en el grupo de El Asalta Blogs, en la que comentaba que acababa de caer que este domingo tocaba publicar.
¡¡¡¿¿¿QUEEEEEE???!!!
Se me salieron los ojos y empecé a hiperventilar al segundo de leerlo... No puede ser, tiene que estar equivocada (ella y el resto que siguieron comentando...) Miro el calendario y compruebo que no, que era verdad y que no estaba equivocado todo el mundo menos yo... Oye, podría ser ¿no? La esperanza es lo último que se pierde jeje.
Al menos la víctima de este mes la tenía clarísima porque ¡somos casi vecinos! Que gracia me hizo descubrir que Iván Plademunt, del blog El Restaurante Imaginario, tiene un restaurante (no imaginario, si no de verdad de la buena), en Alcalá de Henares ¡y es otro alcalaino de adopción como yo! No sé por qué pero siempre lo había situado por otro lado, pero ahora que lo he localizado ¡tendremos que hacerle una visita porque menuda pintaza tiene su carta!
La verdad es que me costó bastante decidirme por una receta porque tiene un montón riquísimas y tan originales como este pan de Sant Jordi, que si hubiera tenido más tiempo el sábado lo habría preparado para celebrarlo sí o sí. Y no fue hasta el viernes por la noche, durante mi segunda ronda a hurtadillas por su cocina, que descubrí este bizcocho de remolacha y chocolate y me lo llevé sin pensármelo dos veces.
Tenía ganas de probar la remolacha en un plato dulce, podía hacerlo el sábado tranquilamente y lo mejor de todo es que lo disfrutaríamos con toda la familia porque íbamos a pasar la tarde en el nuevo piso de nuestros primos. No podía desperdiciar una oportunidad como esa ¡no tengo todos los días tantos conejillos de indias! Jajaja. Por suerte el bizcocho gustó a todo el mundo y cuando lo probé yo, no me extrañó.
Pese a que cuando saqué el bizcocho del molde tenía un olor bastante fuerte a remolacha y me asustó un poco, una vez frío sabía solo a chocolate. La remolacha no se nota, pero sí que ayuda a suavizar el sabor y hacer que el bizcocho sea más ligero y jugoso. La única pega que le pondría es que se desmigaba mucho, pero eso también podría ser porque estaba recién hecho o que mi horno empieza a tomarse las cosas con más calma y cada vez tarda más en hornear... Habrá que prepararlo de nuevo para comprobarlo ;).
Iván, ha sido todo un placer descubrir este postre tan rico. Raro en mi, he sido totalmente fiel a la receta, aunque me he quedado con las ganas de probarla con el azúcar de coco ¡a ver si lo encuentro!
Ingredientes (molde de 21 cm.)
250 gr. de harina de repostería
250 gr. de remolacha cocida
300 gr. de azúcar moreno
135 gr. de mantequilla pomada
3 huevos
100 gr. de chocolate para postres 70% de cacao
40 gr. de cacao en polvo sin azúcar
12 gr. de levadura en polvo
2 gr. de sal
Azúcar glass para decorar (opcional) Preparación
Pon a precalentar el horno a 180ºC, calor arriba y abajo. Engrasa bien el molde con un poco de mantequilla o aceite y harina. Reserva.
Comenzamos preparando algunos de los ingredientes que vamos a utilizar.
Con la ayuda de un rallador fino, ralla la remolacha cocida y reserva.
Derrite el chocolate al microondas a intervalos de 20 segundos para evitar que se queme o, si lo prefieres, también puedes hacer al baño maría. Reserva.
El un bol tamiza la harina, el cacao en polvo, la levadura y la sal y reserva.
Con la ayuda de una batidora, mezcla la mantequilla y el azúcar hasta conseguir una masa homogénea.
Sin dejar de batir, añade los huevos de uno en uno, esperando a que el anterior se integre bien en la masa para añadir el siguiente.
Continúa con añadiendo poco a poco la mezcla de harina, cacao, levadura y sal y el chocolate fundido.
Por último, añade la remolacha y bate hasta que todo esté bien mezclado.
Vierte la masa en el molde y hornéalo entre 40 - 60 minutos o hasta que pinches el bizcocho con un palillo y éste salga limpio.
Cuando lo saques del horno deja que se temple sobre una rejilla, desmóldalo y deja que se enfríe por completo de nuevo sobre una rejilla.
Una vez frío, lo puedes adornador con un poco de azúcar glass, rellenarlo o cubrirlo con lo que más te guste.