Seguimos confinados.
Hemos pasado una Semana Santa con un tiempo magnífico. Tiene gracia que la mayoría de los años estemos mirando al cielo (o a la app del tiempo, mucho más acorde con la época que vivimos), unos para ver si su hermandad sale o no, otros para ver si hará buen tiempo durante sus mini vacaciones o símplemente para salir de casa a disfrutar del sol en una terraza acompañados de una buena cerveza y olvidándonos de la prisa.
Pues este año que ni hermandades, ni vacaciones ni cervezas al sol la lluvia ha brillado por su ausencia en casi todo el país. Cuanto menos da qué pensar.
Hasta en las noticias se hacen eco de que cocinar se ha puesto de moda durante este encierro. Hay tema más allá del COVID-19 y sus números en España y en el resto del mundo, porque sigue habiendo vida. De interior, pero vida al fin y al cabo. Y la gente se mueve del sofá a la cocina, y en estos casos internet brinda una sabiduría casi infinita y quien no se atreve con un bizcocho lo hace con unas galletas y el que no con una pizza casera y el de más allá con el pan.
Creo que es una de las cosas buenas de este encierro. Movernos a hacer cosas para las que antes no había tiempo, o ni siquiera nos habíamos planteado intentar. La cara B es la escasez de harina y levadura, pero por el momento siempre que le he pedido harina a mi marido (que es el que se arriesga haciendo la compra, ya lo hago yo entre semana saliendo a trabajar) me ha traído sin problema alguno.
Así que hoy toca meterse en harina y preparar un bizcocho para el desayuno o la merienda que ahora que estamos encerrados en casa va a durar un suspiro (o menos) porque si bien huele ¡ni os quiero contar cómo sabe!
Por suerte la crema Lotus cada vez es más fácil de encontrar (bueno, no sé si es una suerte si tenemos en cuenta lo rica que está y la tentación que supone) por lo que hacer esta receta no os va a costar demasiado. En Carrefour la tenéis sin problema, también en DIA (al menos hace un tiempo la tenían, que yo he comprado varias veces) y en el Supermercado de El Corte Inglés. Seguro que en más establecimientos, pero yo os pongo en los que yo la he comprado al menos alguna vez.
Para mí es toda una tentación. Mira que no soy para nada golosa, que las cosas muy dulces me repelen, pero esta crema...no sé qué tiene esta crema que me encanta. Vaya por delante que nunca me la como sola, ni a cucharadas ni untada en pan. Que rara vez la he probado a palo seco, salvo que por gula haya cogido una cucharilla para apurar el tarro después de tenerlo casi limpio tras preparar alguna receta... pero tiene algo que me atrae.
Yo creo que es el aroma. Ese olorcito acaramelado me obnubila y cuando abro un bote no paro de inventar recetas con él hasta verle el final. Siempre procuro tener alguno en casa, por si de repente me llega la inspiración, pero intento no abusar porque no es la crema más sana del mundo y más de uno comienza a mirar de reojo y con cierto pavor la báscula después de haber cumplido casi cinco semanas completas de confinamiento.
Yo también lo hago. Siempre le he tenido mucho respeto, y aunque no paro con las dos peques en casa, mi ritmo físico no es el mismo y los gramos se van acumulando aunque he hecho el pacto de no subirme hasta que pasen al menos dos semanas después de los dulces semanasanteros (que Semana Santa no hemos tenido pero sí repostería típica, que alguna cosa se ha dejado entrever en las Stories de mi cuenta de Instagram) para que no me dé un microinfarto.
Que no quiero ser yo como los protagonistas de esos vídeos que circulan por WhatsApp con el antes y el después de la cuarentena, que cuando volvamos a salir estaremos a las puertas del verano y a ver quién entra en el bañador de la temporada pasada.
Y ya no sólo es cuestión de entrar en una u otra talla. Es cuestión de salud y es la máxima con la que vivo desde hace algunos años. Defiendo a ultranza una alimentación variada y equilibrada basada en una forma saludable (que no aburrida) de cocinar los alimentos.
Al menos a mí es lo único que me ha funcionado para mantener el peso, para sentirme bien y para estar sana.
Creo que un buen estado de salud es indispensable ya sea para nuestro día a día o para afrontar situaciones extremas como la que estamos viviendo. Esta cuarentena debería ser un punto de inflexión para muchas cosas y ojalá supiéramos reconducir nuestros hábitos hacia una alimentación más variada, más equilibrada y casera, sobre todo casera, que con eso ya ganamos mucho, y no sólo en salud, sino que también se nota en el bolsillo.
Os puedo asegurar que en mi día a día siempre hay hueco para un postre o un desayuno con alguna dulcería casera. No me como media docena de magdalenas ni un cuarto de bizcocho por la mañana y media tarta de queso a mediodía pero sí una porción pequeña, lo suficiente para quitarme el gusanillo de algo dulce y con la tranquilidad de que es algo hecho en casa.
Salta a la vista que la receta de hoy no es saludable, pero es justo ese capricho que te arranca la ansiedad y te permite seguir el resto del día con tus comidas saludables y equilibradas y no acabar por la noche dándote el atracón con una bolsa de patatas y una pizza de la sección de los congelados.
Porque el secreto está en aprender a comer y no en vivir a dieta para siempre. Eso va abocado al fracaso. Al menos esa es mi experiencia, pero hoy no quiero seguir más con este tema, lo dejamos aplazado para otro día y mejor seguimos con este bundt que es una lástima que no traspase el olor la pantalla porque os tendría ganados.
Es súper fácil de preparar, no necesitas ningún robot (aunque si lo tienes puedes hacer la masa en él) se ensucia sólo un bol y unas varillas y en un pispás lo tienes en el horno y tú a otra cosa ¿verdad que dan ganas de ponerse a cocinar ahora mismo?
La receta que os traigo hoy es una adaptación libre de las que hay por internet. Hace bastante que la preparé (y cuando digo bastante hablo de un par de años mínimo esperando en borradores) pero tengo el vago recuerdo de que casi todas las recetas que encontraba eran iguales. Al final me guié por la de Marta, a la que sigo desde los inicios de mi blog, y acabé adaptándola a lo que tenía en casa.
Nunca había combinado la crema (ni las galletas) Lotus con chocolate y el resultado ha sido increíble. Claro que casi todo mejora con chocolate, así que el riesgo tampoco era demasiado. A raíz de desempolvar esta receta del baúl de los recuerdos donde esperaba pacientemente retomo la idea de esta combinación para llevarla a otro tipo de postres ¡que espero lleguen a mi cocina virtual sin tanta demora!
Hay algunos ingredientes que podéis cambiar. Por ejemplo el azúcar moreno por panela, azúcar blanco, miel (en este caso quizá unos veinte gramos menos) o cualquier endulzante que utilicéis. La leche evaporada se puede sustituir por leche normal, por nata (crema de leche) para montar, por bebida vegetal (soja, almendra, avena...) incluso por yogur o queso de untar. Hay que hacer las recetas nuestras y tirar de imaginación y de lo que tenemos en casa, que no estamos para escaparnos un momento a la tienda de la esquina a comprar una cosita de nada.
El resultado es un bundt tierno, suave, jugoso...en una palabra ¡irresistible! El olorcito que desprende es una pasada , al menos para mí es tremendamente adictivo, y se conserva bastante bien envuelto en film transparente.
No hace falta meterlo en el frigorífico, es suficiente con tenerlo a temperatura ambiente salvo que lo hagas en pleno mes de agosto con cuarenta grados a la sombra que ahí sí que deberías conservarlo en frío para evitar sorpresas desagradables.
Espero que al menos os haya picado la curiosidad con esta receta y que si un día encontráis esta crema en el supermercado os animéis a echar un bote en el carrito y prepararla ¡no os vais a arrepentir!
Y ahora ¿quién se anima a compartir un trocito?
Ingredientes:
* 200 gramos de crema Lotus
* 2 huevos
* 500 gramos de leche evaporada
* 300 gramos de harina de repostería
* 100 gramos de azúcar moreno
* 7 gramos de levadura química
* 100 gramos de pepitas de chocolate
* 1 cucharadita de harina
Elaboración.
1. En un bol ponemos el azúcar moreno junto con los huevos y batimos hasta obtener una mezcla cremosa.
2. Añadimos la leche evaporada y volvemos a batir.
3. Incorporamos la crema Lotus (mejor si está a temperatura ambiente) y mezclamos hasta integrar.
4. Por último añadimos la harina y la levadura y batimos hasta que queda una mezcla lisa, cremosa y sin grumos.
5. Ponemos las pepitas de chocolate en un bol y añadimos una cucharadita de harina. Mezclamos bien para que todas las pepitas queden impregnadas de harina y las ponemos en la masa. Con ayuda de una espátula las repartimos bien en la mezcla.
6. Vertemos la masa en nuestro molde de bundt cake e introducimos en el horno precalentado a 180º C
7. Horneamos durante 50 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta de madera esta salga limpia.
8. Sacamos del horno, dejamos templar sobre una rejilla, damos la vuelta, desmoldamos y dejamos enfriar por completo.
Se conserva perfectamente envuelto en film transparente.
Cuidado al desmoldar. Las prisas no son buenas y es mejor esperar un poco, sobre todo cuando las masas son tiernas, a encontrarte con un bizcocho roto sobre la rejilla.
Si no tenéis molde de bundt cake se puede usar un molde de bizcocho normal, redondo o alargado, lo que tengáis en casa, pero tendréis que estar más pendientes de los tiempos de horneado.
Las peques siguen encerradas en casa. Mañana a mediodía ellas cumplirán ya cinco semanas de confinamiento porque entramos en casa el viernes 13 de marzo a mediodía y no volvimos a salir.
Elena ni se acuerda de lo que es salir. Lara a veces pregunta cuándo se van a ir los bichos malos y si cuando salgamos, si hace buen tiempo, si podemos ir a tomar un helado. Uno no, veinte. O todos los que quieran porque se están portando mejor que muchos adultos.
Tampoco ven a los abuelos. Tras 25 días de confinamiento mi madre estuvo en casa el martes de la semana pasada porque yo tenía que ir al trabajo y mi marido tenía revisión con la mutua. Poco más de dos horas y salvo que surja un imprevisto así seguimos sin vernos. Es mejor para todos. Sobre todo para ellos que son grupo de riesgo.
Poco más que contaros. Agradeceros vuestros mensajes y visitas y todo el cariño que recibimos. Espero que todos estéis bien y llevéis el confinamiento lo mejor posible. Nos leemos en nuestras cocinas aunque yo vaya un poco a contrapie porque tenemos más trabajo del que os podéis imaginar ¡Esto es la burocracia!
Manos a la masa y ¡bon appétit!