Hoy va de arroces.
Se comenta por ahí que los arroces son de los platos más complicados de preparar bien. Remarco “bien” porque es fácil hacer un arroz crudo, pasado o soso. En mi casa tuve un muy buen maestro. En este punto es cuando se me llena la boca alabando los arroces de mi padre y es que él, supongo que de forma innata, te borda tanto una paella como un arroz con conejo como un arroz a la milanesa. Y yo aparte de heredar la miopía, el pelo rizado y el encanto natural jeje, creo que he heredado este “talento innato” para hacer unos arrocitos de chupar el plato.
El de hoy no tiene mucho exotismo pero, con buenos ingredientes, buen pan y un vinito, está como para echarse después una siesta pijamera. Butifarra, tomate natural para el sofrito, un arroz bomba… vamos a abrir un paréntesis para que pueda comerme mis palabras, y es que acabo de decir que no tiene exotismo ninguno pero por lo visto sí van a ser exóticas fuera de Cataluña las setas que le puse, porque buscando su nombre en castellano, la
Cazuela de arroz con butifarra
Ingredientes por persona:
1/2 cebolla mediana
1 diente de ajo
1 cucharada de “moixernons” secos
40 ml. de vino blanco
80 grs. de butifarra
80 grs. de arroz bomba
1/2 tomate maduro
1 cda. de AOVE
240 ml. de caldo de carne
una pizca de pimienta (si la butifarra lleva pimienta, ojo con añadirle más, lo probaremos antes)
Ponemos las setas en remojo en agua para hidratarlas y para quitarles posibles restos de tierra. Cuando estén limpias e hidratadas las escurrimos y las dejamos apartadas.
Picamos la cebolla y el ajo y los rehogamos a fuego lento en la cazuela hasta que estén ligeramente doradas. Añadimos el tomate rallado y dejamos que pierda el agua.
Desmenuzamos la butifarra en pequeños trocitos y los añadimos al sofrito, junto con el vino y las setas. Lo dejamos todo ahí que haga su magia (meted la nariz, respirad fuerte y entenderéis a qué me refiero).
Añadimos el arroz y el caldo, y lo dejamos cocer a fuego medio unos 20 minutos. Como yo no soy mucho de calcular tiempos, lo que hago es probarlo y si está en su punto o un pelín menos, le apago el fuego. En el tiempo en el que lo servimos y se enfría un poco seguirá absorbiendo algo de caldo, con lo cual no conviene sacarlo ni seco ni muy hecho del fuego.
Como decía al principio… vinito (o cerveza, o agua… o lo que “goséis”), pan y confianza para chupar el plato. Es de esos platos que en un restaurante lo pediría de primero, de segundo y de postre con un chorretón de nata (crema de leche).
Y ahora, queridos, os dejo durante unos días que voy a disfrutar del placer de volar. Sed buenos