Es una receta tan antigua que se cree se remonta a la antigua Grecia. La mención atestiguada más temprana de la tarta de queso es del médico griego Aegimus (siglo V aC), quien escribió un libro sobre el arte de hacer tartas de queso. Una versión más moderna se encuentra en “Forme of Cury”, en el libro de cocina inglés de 1390. Sobre esta base, el chef Heston Blumenthal ha argumentado que la tarta de queso es una invención inglesa.
La versión moderna de la tarta de queso americana se desarrolló en 1872, cuando a William Lawrence,, fabricante de quesos de Nueva York, que trataba de reproducir una variedad de queso francés, accidentalmente se le ocurrió una manera de hacer un “queso fresco” más suave y cremoso, base de la actual tarta de queso.
El pastel de queso moderno tiene dos versiones diferentes. Junto con la tarta de queso al horno, algunas tartas de queso se hacen con queso crema crudo sobre una base de galleta picada. Este último tipo de pastel de queso fue inventado en los Estados y es al que llamamos “New York Cheesecake” (Tarta de queso de Nueva York). En realidad la autoría de esta versión se le atribuye a Arnold Reuben, un joven alemán que llegó a Estados Unidos para dedicarse a la restauración y que tras ser invitado a una cena donde probó una tarta de queso no paró hasta conseguir su propia versión: la del “New York Cheesecake”.
La receta es muy sencilla y no necesita horno:
Ingredientes:
50 gramos de galletas (normales o tipo Digestive)
140 gramos de queso crema
100 gramos de leche
20 gramos de mantequilla
1 sobre de cuajada en polvo
40 gramos de azúcar glas
Preparación:
Necesitaréis 1 molde redondo.
Triturad las galletas hasta obtener unas migas grumosas e irregulares o finas fino, según prefiráis y entonces mézcladlo con la mantequilla (calentad un poco en el microondas para que os resulte más sencillo de mezclar) hasta obtener una masa homogénea.
Cubrid la base del molde con esta masa y repartidla apretando muy bien. Dejad que se enfríe en la nevera o en el congelador para que se endurezca un poco.
Mientras tanto, mezclad la cuajada en polvo, el azúcar glas y 80 gramos de leche hasta disolverlo todo bien.
Calentad el resto de leche restantes con el queso crema y, cuando empiece a hervir, añadid la mezcla que habéis preparado antes. Removed bien y retirad del fuego en cuanto vuelva a hervir.
Verted esta mezcla al molde donde tenéis la base de la galleta, dejad que se enfríe un poco y ponedlo en la nevera hasta que se endurezca la la parte cremosa. Tardará como mínimo dos horas.
Una vez cuajado, desmoldad la tarta y comedla tal cual o la cubrís con un poco de mermelada y fruta, según vuestro sentido artístico os dicte.