Me gustaba colgarme cerezas a modo de pendientes. En mi niñez era todo un símbolo de elegancia y el anuncio de la llegada del verano y, claro está, de las vacaciones en el pueblo. Con el paso de los años, comprobé que también me gustaba ir a coger las cerezas del árbol. Me subía a él con un cesto en el brazo y de cada cuatro cerezas que cortaba sólo caían al cesto dos o tres, y cuando me preguntaban si había muchas apenas podía contestar porque con la boca llena sólo emitía sonidos guturales y ninguna palabra inteligible. Este año mis cerezos vuelven a estar cargados. He llenado algunos cestos pese a seguir comiéndolas a pie de árbol. Con las cerezas ocurre un fenómeno paranormal: nunca llegas a la última porque siempre piensas que la siguiente será la mejor. Repasando el blogg he visto que me faltaba hacer el postre de cerezas por excelencia, el clafoutis. Ahí os lo dejo para que lo disfrutéis.
RECETA
.
INGREDIENTES
400 g de cerezas bien maduras y sin hueso.
3 huevos.
100 g de azúcar.
60 g de mantequilla más la que necesitemos para untar el molde.
50 g de harina.
50 g de almendra molida.
300 ml de leche.
1 cucharada de vainilla.
Azúcar glas para espolvorear el clafoutis una vez frío.
.
PREPARACIÓN
Encender el horno.
Untar una fuente con mantequilla y espolvorear con un poco de harina (se sirve en la misma bandeja en la que se hornea).
Quitar las pepitas de las cerezas con un deshuesador de cerezas o a mano si no se tiene.
Batir los huevos con el azúcar (con robot o a mano) hasta que hayan doblado su volumen.
Agregar la vainilla y la mantequilla derretida y mezclar.
Añadir la harina y almendra molida y dar vueltas hasta que esté todo bien mezclado.
Por último añadir la leche y mezclar.
Poner las cerezas en el molde previamente engrasado y echar la preparación anterior.
Meter en el horno entre 35 o 40 minutos a 170 grados.
Una vez hecho y dorado sacar del horno, dejar enfriar y espolvorear con azúcar glas.