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Por: RedacciónAcompañan un buen plato de jamón o una tabla de quesos, ya sea como aperitivo o para untar en cremosos. Cuadrados, redondos, unidos, curvos, anillos, alargados... Los colines, picos y regañás pueden encontrarse a la venta en casi cualquier formato, pero si algo tienen común, es su característico crujiente.
Típicos de Andalucía y Extremadura en nuestro país, los panes secos, pueden encontrarse a lo largo de toda el continente. Los grissini italianos, el knäckebrot alemán o los gressins franceses son ejemplo de ello. Dejar secar el pan era una técnica de conservación habitual entre los marineros europeos, que se aseguraban tener al menos un chusco de éste en las largas travesías.
Si bien nuestros picos y regañás se caracterizan por su intenso sabor a aceite de oliva, se trata de una receta muy fácil de preparar en nuestros hogares.
Ingredientes:
Para la masa madre:50g de harina común
25ml de agua
2-3g de levadura fresca
Para la masa:
200g de harina común
50g de harina semolosa de trigo
100ml de agua
25g de aceite de oliva
1/2 cucharadita de sal
3g de levadura fresca
Elaboración:
Comenzaremos elaborando la masa madre o fermento. A diferencia de una masa madre común, con dos o tres horas de fermentación nos será suficiente para utilizarla en esta receta.Para ello, calentaremos ligeramente el agua, que esté a la temperatura del cuerpo, unos 36ºC más o menos, y disolveremos en ella la levadura fresca de panadero. A continuación, mezclamos la harina hasta formar una masa, y la dejamos fermentar en algún lugar cálido y seco de la casa, lejos de la luz directa del sol.
Para nuestros picos y regañás, en un recipiente de considerable tamaño, mezclaremos la harina común con la harina semolosa -es la harina para frituras típica andaluza, de no encontrarla, la podemos sustituir por otros 50g de harina común- y la sal.
Formando el cráter de un volcán en las harinas, añadimos el aceite de oliva y el agua tibia en la que habremos disuelto la levadura fresca, poco a poco, a medida que la masa vaya necesitando. Mezclamos y amasamos durante 10 minutos. El resultado, una masa homogénea, lisa y muy plástica.
Dejamos reposar la masa durante 2 horas. Transcurrido el tiempo, estiramos la masa con un rodillo formando un rectángulo y damos forma a nuestros panes secos.
Para los picos, cortamos pequeños rectángulos que después enrollaremos deslizándolos en la mesa con la palma de la mano, aplicando un poco de presión.
Para las regañás, cortaremos cuadraditos que pincharemos con un tenedor. Ésto ayudará también a que la masa no crezca dentro del horno.
Para los colines, cortamos tiras, y éstas tiras en rectángulos. Dejamos reposar en algún lugar cálido, tapados con film transparente, hasta que fermenten y dupliquen su tamaño.
Horneamos nuestros panes entre 10 y 15 minutos, dependiendo del tamaño, a 180ºC, calor arriba y abajo y ventilación. Transcurrido el tiempo, apagamos el horno y dejamos la puerta abierta, de forma que el calor residual termine de secarlos. A poder ser, en este último paso, dejamos el ventilador activado.
Obtendremos así unos panecillos extra crujientes, muy sabrosos y con el característico sabor a aceite de oliva que tanto nos gusta. De un ligero color dorado y un aroma sorprendente.