Me gusta el otoño, pasear por el campo y disfrutar con los tonos ocres que nos ofrece la naturaleza, me encanta caminar sobre las hojas caídas de los árboles y la luz suave que nos ofrece esta estación. Me viene a la cabeza cuando vivíamos en Galicia, el olor a tierra húmeda y los paseos por el monte con mis hijos, cómo disfrutaban en ésta época recogiendo las castañas caídas y qué alboroto había en mi cocina mientras esperaban impacientes que terminaran de asarse.
En la foto cuchillo carbono de acero Pallarés y cocotte Evolution Le Creuset
Entonces vivía en un pequeño pueblo marinero, muy en contacto con la naturaleza, nada que ver con mi situación anterior y actual en pleno centro de Madrid, me costó unos meses y unas cuantas lágrimas adaptarme al cambio, pasar del bullicio de una gran ciudad a despertarme con el graznar de las gaviotas y a los paseos en solitario.
Debo reconocer que hasta entonces y aunque siempre me había gustado la cocina, nunca me había sentido atraída por el mundo de las conservas, o los dulces artesanales, yo era una chica de ciudad que pensaba que las mermeladas o los dulces de frutas eran algo casí imposible de elaborar en casa, fué todo un descubrimiento que le debo a las amigas que hice allí, aprender a hacerlas, desde entonces las largas tardes de otoño se convirtieron en momentos entrañables en los que mi casa olía a frutas, almíbares, canela y sobre todo a calor de hogar.
Recordando todo lo que os he contado, el otro día llamé con mi querida amiga Ana, y le comenté que iba a publicar la receta que ella me enseño hace unos cuantos años ya. ¡Va por tí Ana!
DULCE DE MANZANA
INGREDIENTES:
1 Kg. Manzanas mejor ácidas
700 g. Azúcar
1 Palito de canela en rama
La piel de media naranja
1 Anis estrellado
ELABORACIÓN:El diá anterior pelamos las manzanas, retiramos el corazón y las pepitas y cortamos en trozos regulares. En una cazuela o cocotte de fondo grueso ponemos una capa de azúcar, a continuación otra de la manzana troceada, otra de azúcar y así hasta terminar con todo. Añadimos también la canela y anís estrellado y dejamos macerar toda la noche.
De ésta manera conseguiremos por un lado las manzanas suelten todos sus jugos y que se forme un delicioso y aromático almibar y por otro al oxidarse la fruta, el dulce adquirirá un bonito tono anaranjado.
Pasadas unas horas, ponemos la cazuela al fuego y añadimos la piel de media naranja y dejamos cocer a fuego suave alrededor de 50 minutos o dependiendo de las manzanas utilizadas, hasta que veamos que el almíbar comienza a hacerse mas denso y a caramelizarse adquiriendo un bonito tono cobrizo.
Apartamos del fuego, retiramos la piel de naranja, la canela y el anís estrellado y en la misma cazuela trituramos bien hasta conseguir una pasta lisa. Acercamos otra vez al fuego y dejamos cocer unos minutos mas sin para de remover, de ésta manera el dulce volverá a coger el tono de antes de triturarlos y se integrara mejor el conjuntos.
Volcamos sobre unos moldes que previamente habremos untado con unas gotas de aceite de girasol y tapamos la superficie con papel film para evitar que se forme costra. Una vez frio, tapamos herméticamente y conservamos en nevera.