El primero de ellos es el problema que os dejaba entrever en mi entrada de los muffins de zanahoria y plátano y por el que muchos de vosotros me volvisteis a preguntar la pasada semana.
Es un tema delicado que descubrí hará unos 20 días. Es un presunto delito (digo presunto por estar dentro de la legalidad, pero de presunto tiene más bien poco) que comprende varios delitos. Nos ha tocado el bolsillo, pero en realidad muy poco y en el fondo el dinero es sólo dinero. Que sí, que es necesario, pero que hay cosas que no se compran con él y valen más.
A mí lo que me duele no es el dinero. A mí lo que me toca la moral es que la gente crea que puede engañar, estafar y hacer lo que le venga en gana y que los demás no nos enteremos y queden indemnes. Vaya por delante que tampoco soy la única, pero a mí el manido refrán "mal de muchos consuelo de tontos" no me vale.
No sé cuánto vamos a tardar en darle solución, pero este es un camino lento y no doy un paso sin haber afianzado el otro.
Vuelvo a repetir mi consejo de hace dos semanas. Todos los pagos y cobros se hacen por el banco. Por seguridad. Porque todo se puede rastrear. Y porque además contribuímos a que no haya economía sumergida. Cuando el dinero va por cauces legales la AEAT puede hacer un rastreo y quizá en alguna ocasión nos alegremos de ello. A estas alturas todos sabemos manejar una tarjeta de crédito y con la app de nuestro banco hemos hecho una transferencia en un pispás y si encima le sumáis lo higiénico que es ¡no hay excusas!
El otro tema está relacionado con la situación que vivimos desde marzo.
En alguna ocasión he dicho que no creo que las cosas se hubieran hecho mejor con otro partido en el gobierno. Quizá se hubieran tomado otro tipo de decisiones, pero posiblemente las cifras fueran similares a las que manejamos actualmente.
Esto no quiere decir que defienda la actitud del gobierno. Más de una vez he dicho que se hacen cosas que están mal y otras que están peor. Y con ello no me refiero únicamente a sus decisiones sino también a sus actitudes, sus comunicados, sus mentiras, sus medias verdades...
Veladamente he intentado dejar una opinión que hoy voy a poner muy clarita. Da igual que en el gobierno esté PSOE o PP, nuestras cifras iban a ser de recórd porque tenemos muy poca conciencia social.
Aquí todo el mundo echando la culpa de todo a los políticos (y no sólo de esta crisis sanitaria, de los contagios y muertos, lo mismo ha pasado con la crisis económica y hasta con Fórum filatélico si me apuráis y ya ha llovido desde aquella estafa) y en muy pocas ocasiones he escuchado decir a alguien que tal vez parte de la culpa la tengamos nosotros.
Si nos ponen unas medidas de confinamiento y nos piden que estemos en casa, que nos protejamos para salir a lo imprescindible (y subrayo, imprescindible) ¿cómo es posible que un mes y medio después haya tantos contagios?
Pues hay contagios porque hacemos lo que nos sale del bolo, y ahora que están levantando las restricciones no vamos a dar un paso atrás, vamos a caer de espaldas por un abismo.
Estoy escuchando últimamente mucho eso de que España es el país con unas de las medidas más extrictas, más largas y con peores cifras. Partiendo de la base de que el gobierno (y todos los políticos en general, que aquí no estamos para lucirnos en la oposición, sino para demostrar que tenemos redaños para hacer lo que los que gobiernan no están haciendo) lo ha hecho peor que mal ¿no será también que nuestro comportamiento como sociedad tampoco ha sido de lo mejorcito en comparación con nuestros vecinos europeos? Pues no escucho a nadie decir que igual nosotros también tenemos parte de culpa.
Y es que lo de escurrir el bulto, en general, se nos da de lujo.
¿Mi opinión? Que poco nos pasa para lo que nos merecemos.
Porque con esta situación de mierda a mí se me abren las carnes cuando veo que la máxima preocupación es la vuelta del fútbol o qué va a pasar con las Olimpiadas o la apertura de los bares y no precisamente por la reactivación económica y laboral que supone esto último, sino más bien por el hecho de poder volver al bar tal y como hacíamos hace cuatro días ¡y pelillos a la mar!
Que no digo yo que tengamos que comportarnos como monjes de clausura, ¡lo último era renunciar también a nuestras libertades!, pero en lugar de preocuparnos por si nos quedamos sin trabajo y la economía se va al garete (que se ha ido) nos preocupamos por cosas que me parecen tan sumamente ridículas en la situación actual que me darían risa si no fueran muestra de lo ignorantes que somos como sociedad.
Es el pan y circo de los romanos. Si tenemos fútbol, cañas y una prestación (de risa) del SEPE parece que no hubiera pasado nada.
Cuando tengamos una situación medio normal (y sinceramente no sé muy bien qué significa esto) vamos a olvidarlo todo. Lógicamente no va a ser igual para aquellos quienes han perdido a alguien que para los que no, pero somos muy de "pelillos a la mar" y lo que estamos viviendo no nos va a servir para evolucionar como sociedad.
No estoy defendiendo para nada que tengamos que liarnos a hostias los unos con los otros, pero sí que deberíamos plantarnos frente a la clase política que tenemos. Para mí todos iguales. Con todos hemos tragado. ¿Pero cómo no se van a reir de nosotros si nos dejamos tratar como a ganado con tanta facilidad?
Os invito a leer Ensayo sobre la lucidez de José Saramago. Igual es el momento de cambiar los ojos con los que lo miramos todo, de ser menos cómodos y menos conformistas. Dejemos de escuchar cantos de sirena, de ser crédulos, empecemos a ser críticos, con nosotros los primeros, y quizá algo cambiará.
Y después de tanto amargo toca el punto dulce en mi cocina y hoy os regalo una receta de aprovechamiento, fácil a más no poder, de las que tanto me gustan.
Tenía un resto de turrón de almendra, y los restos me queman. Especialmente el de este turrón que tanto mancha y tan fácilmente se pone rancio.
También había un sobre para preparado de flan al que miraba desafiante, cual protagonista de película del lejano Oeste que se mide en un duelo, cada vez que lo veía en el armario. Mi relación con estos sobres es mala, muy mala, porque yo sigo las medidas y a mí no me cuajan, pero de esto ya os he hablado en otras ocasiones y la entrada ya está siendo muy larga para continuar disertando.
Al final me animé y me puse a ello. Sinceramente no tenía muchas esperanzas de que cuajaran, pero me dije que en el peor de los casos serían natillas o podríamos beber el mejunje como si de un consomé de turrón se tratase.
No llegó la sangre al río y cuajaron, y se pueden desmoldar. Aunque quedan cremosos mantienen la forma, y para mí eso ya es mucho.
Tenía tan poca fe (porque aquello no mostraba intenciones de espesar por mucho tiempo que estuviera en la cazuela) que ni siquiera le puse caramelo a la base de los moldes ¡con lo que me gusta el támdem turrón de almendra y caramelo! pero lo suplí con unas almendras fileteadas que tenía abiertas (más tres paquetes en el armario, porque cuando en enero le encargué a mi maridín un paquete para el roscón me compró cuatro porque según él estaban baratos y ahora a ver qué narices hago con ellos)
Y me ha gustado el contraste de texturas.
Pero es un ingrediente que podéis sustituir o incluso omitir, ya que este flan no necesita nada para brillar con luz propia ¡siempre y cuando te guste el turrón!
Que por otro lado es un ingrediente que podéis cambiar a vuestro gusto. Si no es turrón de almendra puede ser de chocolate o de cualquier otro sabor que tengáis en casa (nata (crema de leche) nuez, coco, yema tostada...¡será por variedades) o incluso hacerlo con chocolate.
Es un postre súper fácil (si estos sobres no te tienen manía como a mí, ejem) te da pie a sacar cosas del armario y además se toma fresquito que ahora en verano se agradece bastante aunque en realidad te vale para cualquier época del año.
Tampoco es necesario tener moldes individuales. Os sirve cualquiera e incluso unos tarritos o unos boles, que tampoco es imprescindible tenerlos que desmoldar.
Si os animáis os cuento cómo prepararlos. ¿Quién quiere uno?
Ingredientes:
* 500 ml de leche
* 150 gramos de turrón
* 40 gramos de azúcar
* 1 sobre de preparado de flan para medio litro.
* Almendra laminada para decorar
Elaboración:
1. Picamos el turrón y lo ponemos en una cazuela junto con el azúcar y la leche de la que reservamos un vaso. Ponemos al fuego y vamos removiendo.
2. Mientras en la leche que hemos reservado deshacemos el contenido del sobre de preparado para flan y cuando la mezcla de la cazuela esté a punto de romper a hervir retiramos del fuego y lo vertemos poco a poco sin dejar de remover.
3. Volvemos a poner al fuego y vamos removiendo con frecuencia hasta que veamos que está a punto de romper a hervir de nuevo.
4. Vertemos en los moldes, dejamos enfriar y a continuación tapamos y pasamos al frigorífico.
5. Cuando vayamos a servir desmoldamos y decoramos con almendra laminada.
Receta fácil donde las haya ¡y muy rica!
Como no podía ser de otra manera va directa al reto de mi amiga Marisa 1+/-100, desperdicio cero. Nunca debimos permitirnos el lujo de tirar comida, en los tiempos que corren menos aún.
El pasado viernes nos entregaron los resultados de los análisis. Salvo posterior contagio (que todo puede ser pese a tener millones de precauciones) este cuerpo serrano está libre de coronavirus y lo ha estado siempre.
Y se nos han roto todos los esquemas porque siempre habíamos pensado que Elena había estado contagiada porque en la guardería hubo varios casos de trabajadoras, amén de lo que pasó en la familia de su monitora. Y como en teoría este virus es tan virulento (valga la redundancia) y tan contagioso y todo lo que nos han dicho en medios hasta el apuntador daba por sentado que había entrado en mi casa.
Pues no. ¿Y ahora qué pensamos? ¿qué creemos? Ahí a revueltas con el COVID-19 de las narices en la guardería, que se te abre el mundo en dos cuando piensas que entre todas las posibles entradas de virus te había tocado la peor porque una bebé no puede tomar ningún tipo de precaución y ahora resulta que ni carga vírica pequeña, ni nada de nada de ná.
¿Qué sabemos entonces? Porque hemos tenido personal ingresado en UCI, fallecidos, casos graves... y hemos salido indemnes cuando teníamos todas las papeletas para haber caído.
Al final te sientes solo, y tremendamente pequeño y no sabes a quién hacer caso más allá de tu instinto. Y el mío dice que no baje la guardia, que sigamos con la mascarilla puesta, los botes de gel desinfectante continuamente a mano, el dosificador del jabón lleno y gastanto litros y litros de lejía.
Y un día más me vuelvo a sentir como parte de un macabro juego de tómbola.
En mi papeleta de hoy pone "Siga jugando" ¿y en la tuya?
Nos leemos la semana próxima. Llevadlo lo mejor posible.
Manos a la masa y ¡bon appétit!