Las heridas no desaparecerían pero todas las compuertas se abrirían
Lo que se había callado durante tantísimos años, estaba a punto de ver la luz
Ningún miramiento. Ya había esperado demasiado. Y había mirado para otro lado mucho tiempo
Era hora de poner las cosas en su sitio, de explicar la realidad de aquel lugar
Aquel lugar, dibujado como un remanso de valores, estudio y concordia, había sido un infierno para los niños que estudiaban allí
En aquel colegio había sufrido las mayores vejaciones y los mayores abusos, que puede sufrir cualquier niño
Vergüenza, humillación. Con eso habían contado aquellos curas para que se extendiera un manto de silencio y salieran impunes. Silencio de las víctimas, de los que lo cometían y de los que, sabiéndolo, miraron para otro lado
Los niños solo rogaban a dios acabar los estudios y marcharse lejos de aquel lugar. Mientras eso no ocurriera, intentaban pasar desapercibidos el máximo tiempo posible y no quedarse nunca solos
Estaba tan cansado de callar. Tan cansado de llevar aquel peso dentro de él. Tan cansado de imaginar cómo habría sido su vida sin todos aquellos abusos. Cansado de sentirse durante tantos años culpable, sucio, indigno de amor
Todo saldría a la luz. Ser un escritor consagrado le serviría para hacerlo. Se lo estaba jugando todo. Lo sabía. Pero no podía seguir siendo el pozo de tanta miseria. Aquellos curas ya le habían condenado, ya nadie le podía hacer más daño
Seguramente, atarían cabos y deducirían que aquel libro era autobiográfico, le daba igual. Aquellos delitos ya habían más que prescrito
Muchos de aquellos niños, sus compañeros, se verían reflejados
No quería venganza, ni sentía rencor ni rabia, solo estaba cansado
Con su silencio. había contribuido, se sentía cómplice de aquellos depredadores
Cómplice. así se sentía. Todos lo habían sido. Todos habían callado
Y con ese silencio, habían hecho posible que siguieran los abusos
Así se había sentido durante tanto tiempo. Ningún psicólogo pudo nunca atenuar ese sentimiento de culpa
Aquel libro sería su expiación. Su manera de pedir perdón a los niños más pequeños, a los que le siguieron
Había dejado que el mal siguiera su camino, aquel libro lo pondría todo en su sitio
Tarde, seguramente, demasiado tarde
PD Relato inspirado de Sílvia Yébenes
INGREDIENTES
1 conejo troceado
300 g de almejas
300 g de alubias
1 cebolla
2 zanahorias
Medio puerro
2 dientes de ajo
3 tomates maduros
Tomillo
1 hoja de laurel
Sal
Perejil
Aceite
Agua
ELABORACIÓN
Dejar las alubias en remojo toda la noche
Cortar la cebolla, el ajo y el puerro en cuadraditos pequeños
Cortar las zanahorias en rodajas
Pelar y quitar las pepitas a los tomates
Rallar los tomates
En la cubeta poner aceite
Menú Cocina
Cuando el aceite esté caliente, dorar el conejo por tandas
Reservar
En el mismo aceite, añadir la cebolla y el ajo
Rehogar hasta que la cebolla esté bien pocha da
Añadir el pimiento y la zanahoria
Añadir la hoja de laurel y tomillo
Rehogar hasta que esté toda la verdura blanda
Salar
Añadir el tomate rallado, el conejo y las alubias
Cubrir con agua fría
Remover bien
Salar
Cancelar menú anterior
Menú Cocina 12
Dejar despresurizar sola
Comprobar que las alubias estén tiernas
Añadir las almejas
Cocinar 5 con la tapa abierta, Menú Cocina
Rectificar de sal si fuera necesario
Receta adaptada del libro de Las recetas de la abuela de Alfonso López Alonso de Recetas de Rechupete