Pasó por todos aquellos sentimientos por los que todos pasaríamos en una situación así
Pero sobre todo sintió incredulidad, eso era. No podía creer todo aquello. Analizaba una y otra vez su vida y los últimos meses. Y no encontraba nada le hubiera hecho sospechar
Él trabajaba mucho, pero en aquella época del año siempre tenía mucho trabajo
Los nervios, el cambio de restaurante, el no querer celebrarlo con sus hijos, con la familia y amigos
Eso si que la hubiera tenido que hacer sospechar
Él no era un tipo que supiera improvisar o que cambiara de costumbres
Pero claro, aquel día ella estaba tan emocionada. Peluquería, maquillaje, vestido nuevo. Ella y su marido, como si no hubiera pasado el tiempo. Solos y enamorados
Ahora creía que había leído demasiadas novelas románticas, con todo aquello de reavivar la llama del amor, reconquistar a tu marido en un par de páginas
Ya habían pasado unas semanas y lo único que hacía ahora al recordarlo era sonreír
Sus hijos venían a consolarla, sus padres, sus amigos
Pero ella no necesitaba consuelo. Ni compasión, ni miradas de pena y lástima
¿Sabéis lo que sentía? Paz. Una tranquilidad pasmosa. Se sentía bien
Le insistían que tenía que llorar, que tenía que sacar de dentro toda la rabia
Lloró dos días, exactamente dos días. Cuarenta y ocho horas. Y sintió rabia los mismos dos días en que estuvo llorando
Claro que se hacía preguntas, pero se las hacía por la necesidad de entender. De entenderse ella misma
Así que los que la querían andaban todo el día pululando inquietos, preocupados, a su alrededor y ella tan feliz
Al fin y al cabo, ella no iba a cambiar su vida. Seguiría leyendo, disfrutando de su jardín y de sus plantas. Sus hijos seguirían visitándola
Aunque, ahora que lo pensaba, si, su vida si que cambiaría
No tendría que estar pendiente de los horarios de su marido
No tendría que planchar infinidad de camisas, todas iguales y perfectas
No tendría que pensar en las comidas justas de sal, sin pasarse de grasas y de tantas puñetas
No, si aún había salido ganando. ¡Vaya que si salía ganando!
¡Con lo bien que había estado desde que se fue!
Y si en algún momento perdía la alegría...ya encontraría alguien que se la devolviera...
INGREDIENTES
3 carrilleras de cerdo
200 g de arroz
Medio pimiento verde
Medio pimiento rojo
1 cebolla
1 puerro
1 zanahoria
2 cucharadas de tomate frito
1 litro de caldo de carne (o bien 1 litro de agua + 1 pastilla de caldo de carne)
200 ml de vino blanco
Sal
Pimienta
Aceite
ELABORACIÓN
Cortar las carrilleras en trozos pequeños
Salpimentar
Picar toda la verdura en trozos grandes
En la cubeta poner un poco de aceite
Sofreír la verdura hasta pochar lo justo
Añadir la carne, el tomate frito, el caldo y el vino
Menú Cocina 15 minutos
Dejar despresurizar sola
Retirar la carne
Reservar
Triturar la verdura con el caldo
Volver a poner el caldo colado en la cubeta
Añadir el arroz
Añadir la carne
Rectificar de sal
Menú Cocina 6 minutos
Despresurizar manualmente
Receta adaptada de Bilyrecetas
Consejos de La Farsa
*He utilizado carrilleras ibéricas. Vienen sin hueso. Le pedí a la carnicera que me las cortara
*El caldo es muy consistente, así que despresurizar enseguida y remover. Si queréis dejarlo reposar, que sea fuera de la olla y poco tiempo