Acabar haciendo algo que nunca imaginaste que harías.
¿Las razones? Muchas.
O simplemente porque nunca te lo planteaste y no entraba en tus planes.
Como visitar ese lugar al que nunca quisiste viajar y marcharte queriendo regresar pronto; conocer a alguien de la manera menos pensada y acabar enamorándote; cantar esa canción que nunca pensaste escuchar y no poder quitártela de la cabeza, o vestirte con ese color que nunca pensaste que acabaría gustándote.
¡Que alguien traiga pan!
Lo mejor de todo es que te das cuenta que acabas disfrutando con ello, y te preguntas ¿por qué no lo hice antes?
Creo que nada es más peligroso que ponernos barreras a nosotros mismos, pensar que no somos capaces de intentar cualquier cosa o que ya es tarde para cambiar algo de nosotros.
Al revés, cada situación o circunstancia que nos suponga un reto es una oportunidad para conocernos mejor.
Para saber qué nos gusta y qué no, hasta dónde llega nuestra fuerza, en qué y quiénes estamos dispuestos a invertir nuestro tiempo, y poder así establecer las prioridades que marcan nuestra vida.
A veces necesitamos a alguien a nuestro lado para que nos dé el empujón definitivo. Ese tipo de personas que sabes que tienen magia, que huelen a mar y saben a café.
Y ahora pensaréis... ¿y qué tiene que ver todo esto con el hummus?
Pues que algo parecido me pasó con el ingrediente principal de esta receta. Efectivamente, hablo de los garbanzos.
Mi archienemigo nº 1 de los alimentos. El que nunca he podido comerme de ninguna de las maneras. El que desde pequeña no quería ver ni en pintura.
¡¡¡Hasta que descubrí el hummus!!!
Y mi relación con los garbanzos cambió. Decidí darle una oportunidad a esta legumbre y oye, no nos va nada mal.
Siempre lo había probado en restaurantes, pero nunca me había animado a prepararlo en casa. Pero tuve la enorme suerte de poder conocer esta receta y de la que no puedo estar más orgullosa. No sólo por lo deliciosa que está y lo fácil de preparar que es, sino por la persona que decidió compartirla conmigo.
A ella precisamente le dedico esta publicación. Porque a parte de regalarme esta "receta bonita", es responsable de unos cuantos de esos empujones que te animan a hacer cosas que nunca pensaste que serías capaz.
Y que gracias a su magia, te das cuenta de que es posible que te encante ese lugar al que nunca pensaste viajar, cantar esa canción que nunca pensaste escuchar, y enamorarte de ella cuando menos lo esperabas.
Ingredientes:
110 gr. de garbanzos o 1 bote de garbanzos cocidos
Zumo de 1/2 limón
1/2 diente de ajo
1 cucharadita de pimentón dulce
3 cucharadas de aceite de oliva
3 cucharadas de caldo de los garbanzos al cocer o agua
Sal
Elaboración:
Primero dejamos los garbanzos en remojo durante 10 o 12 horas. Pasado este tiempo, escurrimos y lavamos en agua. En una olla rápida calentamos agua suficiente para que cubra los garbanzos hasta llevarla a ebullición, momento que echaremos los garbanzos. A continuación, cerramos la olla y dejamos a fuego medio durante unos 20 minutos a máxima potencia.
Una vez los tengamos cocidos, batimos los garbanzos junto con los demás ingredientes hasta que nos quede una crema espesa muy fina. Si hemos usado garbanzos de bote cuidado con la sal, ya que éstos ya tienen.
A la hora de servir, echamos un chorrito de aceite de oliva y un poco de pimentón sobre el hummus. Comprobamos de sal, y acompañamos el plato con unas rodajitas de tomate y pan tostado.
Y ahora...¡¡a disfrutar!!