Los alimentos transgénicos, diseñados en sofisticados laboratorios a través de aplicación de técnicas de ingeniería genética, tienen tanto detractores que denuncian sus posibles efectos a lo largo plazo, como defensores que alaban sus virtudes, sin embargo, aún no hay estudios concluyentes sobre los efectos a largo plazo que se pueden derivar de su uso.
Llevan en las estanterías de comercios de alimentación desde hace más de diez años. Los primeros organismos modificados genéticamente (OGM) que se comenzaron a comercializar fueron diversos lácteos y cereales, sobre todo el maíz. Su llegada a la cadena alimentaria estuvo, y sigue estando, en el punto de mira de numerosos sectores que no ven con buenos ojos el uso de unos alimentos creados artificialmente y cuyos efectos a largo plazo aún son desconocidos.
Organizaciones ecologistas como Greenpeace se oponen al consumo de estos alimentos, puesto que consideran que se está poniendo en riesgo a numerosos ecosistemas y a la población, viéndose afectada también la economía agrícola.
La mejora genética se ha llevado a cabo insertando la información necesaria en el código genético, lo que ha permitido obtener especies vegetales con características interesantes para la industria, como son:
?Mayor resistencia a plagas y enfermedades producidas por virus, gracias a la inserción en el código genético de sustancias que protegen a las plantas del ataque de insectos.
Resistencia a herbicidas, que son degradados por enzimas modificados genéticamente.
Mejora del aroma, sabor y aspecto de los alimentos.
La ingeniería genética permite modificar la composición nutricional de los alimentos, creando, por ejemplo, productos con una mayor proporción de ácidos grasos poliinsaturados, más saludables en casos de colesterol, o reduciendo sustancias indeseables.
?En definitiva, la mejora genética busca obtener alimentos más resistentes y saludables, llegándose a afirmar que su uso podría contribuir a erradicar el hambre en el mundo.
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En la actualidad es difícil saber qué cantidad exacta de alimentos transgénicos están presentes en nuestra dieta, y más teniendo en cuenta que la soja y el maíz están presentes en un 60% de los alimentos transformados destinados al consumo humano, así como en gran parte de los piensos y aditivos destinados al consumo animal.
En países como España, el uso de OGM está regulado por la legislación, debiéndose etiquetar debidamente aquellos alimentos que son transgénicos. Sin embargo, la ley no obliga a indicar en la etiqueta si el producto ha tenido contacto con un organismo modificado, como es el caso de los animales que son alimentados con piensos compuestos por vegetales modificados.
La Comisión Europea tiene previsto cambiar la normativa para dar mayor libertad a aquellos países que quieran prohibir tanto la entrada como el cultivo de transgénicos.
Para los detractores, aún no se puede asegurar que estos alimentos modificados sean completamente sanos, ya que se llevan usando poco tiempo, por lo que es posible que en unos años comiencen a aparecer los primeros efectos secundarios de su consumo.Ventajas del uso de transgénicos
Mayor eficacia en el proceso industrial.
Desde el punto de vista agronómico, la mejora genética permite aportar gran diversidad a las especies, mejorando los caracteres monogénicos, y todo ello pudiendo llevarse a cabo en mucho menos tiempo que a través de la mejora tradicional por cruzamiento.
Los consumidores? se ven beneficiados de estas mejoras.
El producto final? presenta una mayor calidad.
De igual modo que los consumidores, los agricultores? también se ven beneficiados.
?Aunque para los ecologistas no es así, los científicos defienden que los transgénicos aportan ventajas para el medio ambiente.
Creación de nuevas variedades.Inconvenientes
Debido al uso de la manipulación genética, se genera una mayor resistencia a los antibióticos.
Los alimentos presentan una mayor concentración de residuos tóxicos.
Se cree que el uso de transgénicos puede ser el responsable de la aparición de nuevas alergias.
Se crea una dependencia de las técnicas llevadas a cabo para obtener el transgénico, lo que ocasiona una monopolización del sector agrícola y una pérdida de independencia por parte del agricultor.
La introducción de OMG produce la pérdida y contaminación de variedades tradicionales establecidas.
Los cultivos convencionales se ven afectados por la implantación de transgénicos
Imagen: Pixabay
Fuente: @sevilla.abc