Por supuesto nos estamos refiriendo a la receta del Alfajor Casero de la mía mamma, y como somos medio inútiles y no sabemos hacerla, hemos secuestrado a mamá osa tapándole la cabeza con un saco de ganchillo y trayéndonosla a nuestro cuartel general, no sin antes haberle amenazado con desintonizarle Canal Sur del receptor de tv si se negaba. Juan y Medio sigue siendo el Justin Bieber de la tercera edad y un excelente método de extorsión y amenaza. Cualquiera se niega si te amenazan con atarte y obligarte a ver uno de sus programas...
Este dulce típico navideño propio del sur de España y de origen magrebí, ya era consumido desde los tiempos de Al-Ándalus. Se trata de una pasta de almendras espesada con pan rallado que se coloca entre dos obleas de harina de trigo (las "Hostias" de misa, para entendernos). La receta que conocemos además lleva conserva de cidra y anís seco, porque cualquier excusa para beber entre horas siempre es bienvenida. Querida Massiel, siempre tendrás un huequecito en nuestros corazones.
INGREDIENTES
1 Kg. de almendra tostada y molida con amor
850 gr. de conserva de cidra
900 gr. de azúcar
200 ml. de agua
30 ml. de anís extra-seco
La cáscara de un limón
2 ramas de canela
Pan rallado
Obleas
PREPARACIÓN
En primer lugar, si compráis las almendras crudas y decís de tostarlas en el horno de casa y molerlas después, tened en cuenta que muchos disfrutan encontrándose trocitos de almendra en el alfajor. Pensad en dejar un par de buenos puñados para picarlos en trocitos más grandes para alegrar un poco el postre. Si nunca lo habéis hecho, sólo tenéis que extenderlas en la bandeja del horno y hornearlas hasta que estén ligeramente doradas y luego destruirlas vilmente con una picadora hasta conseguir un polvo grueso y súper vitaminado.
Así que una vez tenemos la materia prima lista, empezamos cociendo la cáscara de limón con el azúcar, la canela, el anís y el agua, dejando que el mejunje reduzca y se convierta en un almíbar espeso, ardiente y con un ligero tono dorado, en el que bañarías a tus enemigos. ¿Reducir la cantidad de agua para acelerar el espesado? ¡Ay, pillín! Mala idea porque un tiempo de cocción más largo permite extraer los aromas y sabores del limón y la canela, haciéndolo mucho más sabroso, intenso y rico.
Quizás el paso que puede entrañar más dificultad es el del punto del almíbar. Resulta que este puede adquirir la consistencia de punto de hebra si al levantarlo con la cuchara éste cae en forma del hilillo espeso y goteante que todos recordaréis de cualquiera de las películas de la saga ALIEN. Un tiempo más elevado de cocción y entonces adquirirá la consistencia de punto de bola, mucho más compacta, densa y la que necesitaremos para nuestro alfajor. Si dejáis caer una gotita sobre un plato, os humedecéis un dedo en agua para no acudir a la unidad de quemados, y lo frotáis suavemente, veréis como adquiere una forma esférica. Ese es el punto: ¡perlas para pobres!
¿Por qué está consistencia? Sencillo. Nuestro alfajor lleva cidra, lo que aportará un grado de humedad extra a la receta, de forma que cuanto más espeso el almíbar más consistencia tendrá para compensar el agua de la fruta. La receta clásica excluye la cidra e incorpora toneladas de almendras además del almíbar al punto de hebra, más fluido para aportar precisamente esa carencia de humedad. No obstante en cualquiera de los casos podremos regular la consistencia con posterioridad añadiendo pan rallado muy fino a la masa, pero eso lo veremos después.
Apartamos nuestro almíbar bolero, pescamos la corteza de limón y las ramas de canela para eliminarlas, y añadimos la cidra en conserva, removiendo hasta homogeneizar un poco la mezcla antes de añadir... ¡la lluvia de almendras!
Conseguiremos un engrudo espectacular, propio del contenido del estómago de nuestra mascota. El intenso olor a anís, canela y almendra, nos hará superar la arcada de la guarrada anterior. Debe quedar una masa consistente, que mantenga la forma y no se desparrame por la mesa. Si no es así, añadiremos un poco de pan rallado hasta corregir el espesor.
La parte más sexy viene ahora, cuando nos humedecemos las manos en anís y extendemos la mezcla sobre las obleas, masajeando como si de un albañil salido al que se le ha ido de las manos el carajillo mañanero se tratara.
Tapamos con otra oblea y pasamos un rodillo suavemente para distribuir y compactar el contenido, que debería tener un centímetro de espesor aproximadamente. Si desborda, se elimina el sobrante pasando un dedito y listo. Sin dramas a menos que seas diabético y te lo metas en la boca después.
Con esto ya tendríamos nuestra espectacular receta clásica-navideña de los alfajores de la Mía Mamma!, al estilo Jaén. Ahora a esperar un poco a que se enfríe del todo, se endurezca un poco y adquiera algo más cuerpo, para ponernos obesos recordando los sabores y olores de la infancia, mientras una a una nuestras piezas dentales van cayendo víctimas de la caries.
¡Buen provecho¡