Uno de los detalles más característicos de la cocina de mi madre era la ristra de ajos que colgaba siempre de una alcayata en la cocina, junto con la huevera metálica, los chorizos y morcillas alhaurinas y la talega bordada bordada primorosamente por ella, llena de pan.
Esas ristras de ajos que trenzaba mi padre con tanto arte y que cubría prácticamente todo el techo del lavadero de casa para esperando que se secaran con el paso de los días: Duraban meses y meses. He de reconocer que en ?Mi cocina? real, en una esquinita cuelga una ristra de ajos que a fuerza de parecer natural, me traslada al pasado. Pienso que el ajo es el rey casi indiscutible ¿O quizás es el aceite de oliva? de la dieta mediterránea; el ajo nace, mejor dicho tiene su origen en Asia central, dejándonos constancia de ello tanto que los sumerios como los egipcios, más de 3000 años antes de nuestra era, ya conocían sus poderes curativos y la usaban como planta medicinal; los sumerios, ante todo como antiparasitario y antiséptico; los egipcios, como remedio para el dolor de cabeza, para vigorizar el corazón, en las momificaciones y sobre todo para alimentar a los obreros (que no esclavos) que construyeron las maravillosas pirámides.
Escribió Herodoto (historiador griego) que eran alimentados con ajos y cebollas, llegándose a gastar mil seiscientos talentos de plata en la compra de dichos alimentos, cantidad que para algunos sectores de la sociedad fue considerada como un dispendio, tanto es a si, que la cifra fue gravada en una de las caras de la pirámide para que no se olvidara el ?despilfarro?.
Los griegos y los romanos difundieron su utilidad sobre todo por su utilidad como conservante de la carne y el pescado, al mismo tiempo que los esclavos la consumían para evitar enfermedades.
Aunque también fue en Grecia donde se le adjudicó un cariz ?mágico?. Según la mitología griega, Homero rescató a Ulises gracias a los poderes mágicos de la planta. Quizás nació entonces su ?magia? para combatir a las brujas, vampiros y malos espíritus en la época oscura de la Edad Media, siguiendo en la actualidad como amuleto contra la mala suerte. Aunque la mala suerte, es que no hubiese llegado a nuestra gastronomía; es un placer comerlo e incluirlo en nuestras recetas; a pesar de lo que diga la ?pija? Victoria Beckhan: España huele a ajo?..a mucha honra. Así que a comer ajos?.con langostinos.
¿Cómo los hago? Bien fácil?. Pelar los langostinos (reservar las cabezas para cuando preparen un caldo de marisco básico, sin romper el frio si son congelados como es en éste caso). En una sartén con un chorreón de aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño), pochar a fuego lento los ajos laminados y dos o tres guindillas pequeñas (pimientos chiles) sin que se lleguen a quemar, solo dorar ligeramente. Echar los langostinos y un chorreoncito de vino blanco (uso un fino Montilla-Moriles), sal al gusto y dejar hacer uno o dos minutos. Retirar del fuego y servir muy calientes, acompañándolos con una buena rebanada de pan, para mojar??
Nota aclaratoria: lo de ?pija? es sin ánimo peyorativo, es sencillamente porque en el grupo musical que formaba parte, las Spice girls. Tenia el papel de ?posh? (pija)