Uno de los sitios más gaditanos es el famoso Barrio de la Viña. Un enclave muy turístico y nombrado en las guías como uno de los mejores lugares para ir a comer. En la famosa Calle de la Palma comienza esta historia, más concretamente en la Taberna del Tío de la Tiza.
Cuenta la leyenda que un día en Cádiz hubo un maremoto que inundó toda la ciudad. En un intento desesperado para que cesara aquel fenómeno natural, un fraile, un párroco y algunos vecinos sacaron el estandarte de la Virgen de la Palma a la calle. La misión, impedir que las aguas continuasen arrasando la ciudad.
Bajo el lema: “Hasta aquí, Madre mía”, la ciudad de Cádiz pudo observar como aquella pequeña procesión de devotos logró paralizar el mar, impidiendo que este avanzara por la Calle de la Palma. Verdad o no, lo cierto es que en la actualidad esta historia se sigue narrando entre todos aquellos que visitan la Tacita de Plata.
Y es justo donde se pararon las aguas en su día, donde se ubica uno de los bares más míticos, el apodado Tío de la Tiza. Un nombre que designa también la pequeña plaza en la que se encuentra y que hace referencia a Antonio Rodríguez Martínez, un genio del Carnaval conocido por su copla “Aquellos duros antiguos”.
La Taberna del Tío de la Tiza se caracteriza porque solo tiene terraza. La misma se encuentra rodeada de paredes donde las macetas con geranios son las protagonistas. Mientras, en su carta, el protagonista es el pescado. En especial la caballa caletera acompañada de piriñaca.
Para mi familia y para mí, no hay verano que no vayamos por lo menos dos o tres veces al mes. Aunque sea uno de los bares más visitados, sus precios son muy asequibles. Las gambas, las sardinas y las ortiguillas forman también parte de su larga lista gastronómica a degustar.
No obstante, otro de los atractivos de este bar son sus camareros. El servicio es de lo más castizo, expertos en los sabores del mar y alguno que otro con mucha “guasa”. Eso sí, siempre desde el respeto, porque ante todo son profesionales que saben dónde se encuentran los límites del mal gusto.
Sinceramente, si visitáis Cádiz, os recomiendo acudir a este templo gaditano. Un templo donde el sol incide en las sombrillas que recubren las mesas y dispersa sus rayos por toda la plaza, embriagándola con su luz. Además, el olor a mar y a sal os ayudará a encontrar mucho más rápido los sabores marineros de sus platos.
Comida
Servicio
Presentación
Emplazamiento
Promedio
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