La lasagna es uno de los platos italianos que más gusta a todo el mundo, contundente y sabrosa, es una típica comida de domingo en cualquier casa del bel paese. La mamma o la nonna la preparan y solo su olor tiene el poder de convocar alrededor de la mesa a toda la familia.
Yo, que soy mucho de tradiciones, y más si están tan buenas como esta , también la suelo preparar los domingos para poder disfrutarla con calma. En cada casa hay una receta, por supuesto yo también tengo la mía, que, todo hay que decirlo, hasta el día de hoy no ha recibido ninguna crítica negativa y por eso me he decidido a compartirla con vosotros. Probadla y ya me contaréis, ¿vale?
¿Qué necesito?
Placas de pasta para lasagna
1 huevo de mozzarella
400 gr de carne picada
1 zanahoria mediana
1 cebolla grande
2 dientes de ajo
1 vaso de vino blanco
200 gr de queso gouda en lonchas
75 gr de queso mimolette (opcional)
Aceite de oliva virgen
Sal
Pimienta negra
Para la salsa de tomate:
1 lata pequeña de tomate natural pelado
1/2 cebolla mediana
Aceite de oliva virgen
Sal
Orégano
Para la bechamel:
75 gr de mantequilla
75 gr de harina
400 ml de leche
Sal
Pimienta
¿Cómo lo hago?
Hoy en día ya casi todas las placas de lasagna van al horno directamente, sean de pasta fresca o no, y nos podemos saltar el engorroso trabajo de cocerlas o incluso el de ponerlas en remojo así que aseguraos de que compráis de este tipo porque el resultado es el mismo y el trabajo se reduce a la mitad.
Solucionado el tema de la pasta, empezamos con el relleno. Nuestra lasaña va a llevar capas de tomate y de bechamel y en todas añadiremos carne y queso.
Preparamos en primer lugar la salsa de tomate. Picamos la media cebolla en gajos y la sofreímos en un cazo con un poco de aceite de oliva virgen.
Troceamos un poco los tomates de la lata (si queréis podéis comprar el tomate ya troceado o incluso triturado) y, cuando se empiece a dorar la cebolla, los añadimos. Sazonamos al gusto y bajamos el fuego cuando levante hervor.
Tapamos y dejamos que se haga durante mínimo 30 minutos (controlando que no se seque. Si esto pasa, añadiremos un poco de agua). Cuando esté la salsa esté lista, la batimos con la batidora.
Mientras se hace la salsa de tomate, prepararemos la carne. En una sartén honda, sofreímos la cebolla, la zanahoria y el ajo, que previamente habremos picado en juliana fina. Cuando empiecen a coger color dorado, añadimos la carne picada, sazonamos y dejaremos que se haga, a fuego fuerte, hasta que pierda el color rosado. En este momento echamos el vino blanco. Dejamos que se evapore el alcohol y ya tendremos la carne lista. Reservamos.
Por último, vamos con la bechamel. En un cazo derretimos la mantequilla y cuando esté líquida, añadimos la harina. Revolvemos hasta formar una masa, bajamos el fuego al mínimo y vamos echando la leche (no os olvidéis de salpimentar), que debe estar templada, poco a poco y removiendo siempre hasta obtener la consistencia deseada, que en este caso debe ser la de una crema fina (al contrario que para las croquetas). Reservamos.
En cuanto tengamos todos los ingredientes preparados, precalentamos el horno a 180º y montamos la lasagna. Para ello, en una fuente apta para horno ponemos una primera capa de bechamel, que hará que la pasta no se queme ni se pegue al recipiente.
Encima de la bechamel colocamos placas de pasta y encima de estas, extendemos un poco de salsa de tomate, un poco de carne y unos trozos de mozzarella. Ponemos una segunda capa de pasta y la cubrimos con bechamel, carne y queso gouda y así hasta llegar arriba. En la última capa extendemos bechamel y por encima queso. Nosotras hemos usado dos tipos diferentes (gouda y mimolette) para darle un poco de colorido pero podéis usar el que más os guste. Un poco de parmiggiano queda estupendamente pero esta vez hemos optado por no usarlo para suavizar un poco el sabor.
Horneamos durante 20 minutos (o el tiempo que aparezca en el paquete de pasta) y a disfrutar.
¿Qué más necesito saber?
Cuando vayamos a poner la carne en la lasagna es bueno escurrirla bien porque un exceso de aceite hará el plato mucho más pesado.
En los últimos 2 o 3 minutos en el horno, sobre todo si optáis por el queso parmiggiano, usad la opción gratinado.