Aunque parece complicado por el aspecto que tienen cuando las compramos (lo podéis comprobar en esta primera imagen) no es tanto como pacece a simple vista. Tan sólo os llevará un ratito y el resultado os permitirá hacer platos deliciosos con este producto.
A algun@s os puede parecer un poco asqueroso, recordad que este producto está considerado como casquería, pero os animo a que, al menos, las probéis por una vez para comprobar que su sabor es delicioso. Y si para empezar, no os apetece limpiarlas, buscad un bar o restaurante donde las cocinen y a por ellas!
Las mollejas de cordero, al comprarlas, llevan una telilla muy muy fina que prácticamente no se aprecia a simple vista porque, además, está muy adherida a la carne.
También pueden llevar alguna impureza, algún trozo de arteria,…
Para limpiarlas tenéis que retirar las pielecillas (telilla) bien con las manos o bien con ayuda de un cuchillo pequeño con punta. Retirar también las impurezas que encontréis.
El resultado será el de la segunda imagen.
Pero la limpieza de las mollejas no acaba aquí.
Ahora toca blanquerlas para retirarles el exceso de sangre que puedan tener. Para ello las pondréis en un bol con agua y unos cubitos de hielo y las dejaréis así durante unos treinta minutos, más o menos.
Pasado ese tiempo, habrá que escurrirlas y volver a repetir la operación, con agua y hielo, dos veces más para asegurarnos que quedan limpias de impurezas.
Y de esta manera acaba el proceso de limpieza de unas mollejas de cordero, consiguiendo un resultado como el de esta útlima foto, unas mollejas mucho más blancas y con un aspecto limpio.
Ahora tan sólo tenéis que pensar cómo os gustaría comerlas y a cocinar!!!