No me gusta copiar galletas así a las bravas, pero no quería dejar pasar un flechazo como este, así que le prometí unas galletas más o menos iguales.
Por supuesto pedí permiso a la autora original, no tanto por hacer las galletas sino por mostrar las fotos. Natasha me respondió encantadora, dándome su autorización.
Dividí entonces este encargo en dos partes: la primera un set para la cumpleañera, para desearle mucha felicidad en un día tan importante. Traté de que fuesen parecidas a las originales aunque combinando de forma diferente los diseños. Definitivamente me gusta más hacer galletas con mis propias ideas, pero quedaron bonitas, ¿verdad?
La segunda parte fueron galletas que iba a repartir a sus invitados, unas tartas en los mismos tonos. Estas sí que son más mías.
Hice estas galletas ovaladas de borde festoneado -cortadores estupendos y baratos- y las cubrí con icing blanco, rosa pálido y grafito. Ya sabéis cómo conseguir un color blanco bonito y también un negro o gris. Para conseguir un rosa suave, el truco consiste en poner muy muy poca cantidad de colorante rosa y añadir siempre una puntita minúscula de azul, así rebajaremos la intensidad y no quedará fucsia.
Una vez seco, hice las gotas de oro con un cepillito y colorante líquido Rainbow Dust.
Luego hice con icing blanco las tartas, cada piso por separado para ir añadiéndole sprinkles.
Y por último, un toque de oro para la base de las tartas.
Cada vez que cumplo años y me dicen que piense un deseo, me entra una especie de pánico escénico y no sé ni qué quiero desear. ¡Se me ocurren demasiadas cosas!
Con los años me he ido haciendo más conservadora, ya no se me ocurre pedir nada material, ni siquiera dar vueltas al mundo. Me suelo conformar con salud y alegría para mis hijas.
¡Así que tú pide, Gabi! Que con 10 años tienes la edad perfecta para soñar.