Nuggets de pollo caseros
Dificultad: fácil Raciones: 15-20 unidades Tiempo: 20 minutos más reposo
Ingredientes:
1/2 kg de pechugas de pollo
175 gr de queso crema o de untar tipo philadelphia
Un poco de harina
Huevo batido
Pan rallado
Aceite de oliva para freír
Sal
Elaboración:
Empezamos limpiando bien las pechugas de pollo quitándoles el exceso de grasa o algún hueso o nervio que pudiera tener.
Las cortamos en trozos, le añadimos un poco de sal y la trituramos en el robot de cocina, la picadora o simplemente con la batidora hasta conseguir una masa, a modo de carne picada.
Le añadimos el queso tipo crema y mezclamos muy bien hasta que este homogéneo, en el mismo robot o trabajando la masa con una cuchara. Y dejamos enfriar un rato la masa en el frigorífico para que sea más fácil darle forma; sobre todo si vamos a formar figuras con el cortapastas; sino no es así podéis darle forma directamente.
Cuando la masa haya reposado en frío un rato; con 20 minutos es suficiente; le damos forma, o bien la típica de los nuggets redondeada y luego un poco aplanada trabajando la masa con la manos, o bien con la ayuda de un cortapastas dándole la forma que más os guste; colocamos unas porciones de masa sobre una superficie lisa con un poco de harina y cortamos con el cortapastas, sacamos la masa del molde con mucho cuidado y vamos colocando los nuggets sobre una bandeja enharinada o con papel de horno.
Llevamos de nuevo la masa, ya con la forma dada, al frigorífico para que se enfríe bien.
Ahora pasamos los nuggets de pollo caseros por un poco de harina, para que el huevo se pegue mejor, después por el huevo batido y para terminar por pan rallado; si queréis una capa más crujiente podéis pasar de nuevo por huevo y pan rallado.
Calentamos abundante aceite en una sartén y cuando este caliente, que no humeante, freímos en tandas los nuggets, dorandolos por ambos lados, sacamos a papel absorbente para quitar el exceso de aceite y servimos calientes.
Podéis acompañarlos de una ensalada y/o de salsa de tomate y disfrutar de ellos.
Si queréis congelarlos tan solo tenéis que colocarlos, una vez empanados, en una bandeja con un poco de pan rallado o papel de horno y con cierta separación entre ellos y colocarlos así en el congelador, cuando estén bien congelados tenéis que recogerlos y guardarlos en un taper hermético; ya no se pegarán entre ellos. A la hora de comerlos podéis descongelarlos previamente o freírlos directamente congelados.
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