Hay personas que llegan a tu vida de purita casualidad. Te las encuentras un buen día, cruzáis unas palabras, intercambias unos cordiales comentarios; y encuentras que hay gustos afines a los tuyos.
Tiempo después estrechas un poco más los lazos, te ves compartiendo sentimientos, anécdotas y vivencias que hace tiempo tenías guardadas dentro de algún rincón del alma, y encima te sientes mejor; hasta más ligera, diría yo.
Hay personas que llegan a tu vida, y sin saberlo se prenden a tu lado más humano.Te demuestran que los buenos sentimientos existen, el altruismo está vigente y tanto el desinterés como la generosidad, forman parte de sus principios particulares.
Hay personas que llegan a tu vida, y no sabes por cuánto tiempo habrán fondeado el ancla, pero ya han dejado huella y aunque estén lejos, el vestigio de su amistad será prolongado.
Hay personas con un interior tan rico, una sonrisa tan sincera y un ofrecimiento tan cierto, que si no existiesen en nuestras vidas, deberíamos inventarlas para vivir más a gustito.
Una de las personas que llegaron a mi vida, me regaló los ingredientes para que hornease Pan de Queso. Y lo único que puedo hacer es agradecérselo de corazón, dedicarle esta receta y compartirla con todos vosotros.
El trabajo más duro ha sido resistir para no comerme yo solita, esta delicia, que os recomiendo encarecidamente, que no os la perdáis.
Y ahora, vamos al lío.
El Pan de Queso es una exquisitez del amplio recetario de la cocina brasileña. El principal ingrediente es la Fécula de Yuca.
La historia sitúa estos panecillos allá por el siglo XVIII, cuando un esclavo de las Minas de Gerais tuvo la gran idea de mezclar las sobras del queso de su amo, con la harina de Yuca. Así nació el pan de queso.
No fue hasta mediados del siglo XX cuando se empezó a comercializar a nivel nacional y adquirió merecidamente, fama fuera de sus fronteras.
Hoy en día, son millones de Panes de Queso los que se consumen a diario en las mesas brasileñas. No es de extrañar, porque de verdad, que ya estás tardando en preparar estos panecillos que llenarán tu casa de un olor difícil de superar.
{Siete panecillos de cuarenta gramos}
En un caldero amplio pondremos la leche, el aceite y la sal a fuego medio.
Esperamos hasta que empiece a hervir.
Mientras, pesamos el Almidón de Yuca y rallamos el Queso.
Cuando comiencen a hervir los líquidos que tenemos al fuego, lo apagamos.
Agregamos el Almidón y movemos. Lo haremos con una paleta de madera, pues quemará. Es una pasta gomosa.
Dejamos que se enfríe un poco.
Agregamos el huevo y seguimos amasando, ya a mano.
Tiene que quedar bien integrado. Sigue siendo una masa pegajosa.
Agregamos ahora el queso y seguimos amasando.
Poco a poco conseguiremos una masa más manejable, no caigas en la tentación de agregar más Fécula, al final dominarás la masa y el pan saldrá delicioso.
Cuando tengamos una masa manejable, nos aceitamos ligeramente las manos y formamos bolitas, del tamaño que más nos gusten.
Las mías eran de unos 40grs. Salieron siete.
Las acomodamos en una bandeja sobre papel de horno.
Calentamos el horno a 180º y horneamos hasta que las veamos tostadas, entre 20-30 minutos. Necesité media hora.
La Fécula de Yuca, Almidón de Yuca, Mandioca o Polvilho Doce; son distintas formas de nombrar el mismo ingrediente.
La Fécula de Yuca, tiene el mismo aspecto y textura que la Maizena que todos conocemos.
En otros países de Latinoamérica también se consume este pan, conocido como pan de yuca o pan de bono.
Actualmente puedes encontrar el Almidón de Yuca en las grandes superficies, en locutorios y también en supermercados Latinoamericanos.
He probado dos recetas diferentes, y con diferencia, ésta es la que se queda en casa.
Si los vas a consumir para picar, hazlos más pequeños que yo, tamaño nuez, 20 grs. Y veinte minutos de horno.
Están mucho más ricos calientes, así que si se te quedan algunos sin consumir, precalienta el horno y los dejas cinco minutos dentro. Como nuevos, oye.
Sirven tanto para salado como para dulce. Como fue un desayuno, los acompañé de mermelada, pero dejé dos para ver qué tal funcionaban si los recalentaba al medio día y los rellené de Harissa y una rodaja de tomate . . . buenísimos también.
Es un sabor muy delicado, vamos que sin rellenar y con ese sabor a queso, entran divinamente.
No, no hace falta que seas una experta en masas, no tardarás más de cinco minutos en tenerla lista.
No, no se me ha olvidado la levadura ni el polvo de hornear, simplemente no lo lleva y mira que bien queda por dentro, lleno de ojitos, tiernos y exquisitos.
Y tú ¿como lo tomarías? ¿Dulce o Salado? Mejor te dejo una muestra, y lo vas pensando.
Y eso es todo por hoy, hasta la próxima entrada, ya sabes: se feliz o al menos, inténtalo.