Panna cotta. Su nombre es meramente italiano, como su origen. Si lo traducimos literalmente sería algo así como “nata (crema de leche) cocida”. No es exactamente lo que se hace al preparar este postre, pero si se requiere nata (crema de leche) para darle la consistencia adecuada y gelatina neutra para conseguir una textura delicada y suave en cada cucharada.
El único requisito para no fallar en su sabor es darle el tiempo de reposo necesario para que tome cuerpo mientras se enfría. Su consistencia debe de ser parecida a la de un flan, es decir, que tiemble. De ahí que a menudo se caiga en el error de echar más gelatina de la debida, obteniendo un postre denso y compacto opuesto a la panna cotta real.
Cierto es que su elaboración está al alcance de un niño y el tiempo de preparación es cuestión de minutos (solamente hay que calcular el tiempo de reposo), así que ¿por qué no aprovechas que estamos en temporada de fresas para disfrutar de esta fruta tan apetitosa como bonita?
Para la gelatina
1 sobre de gelatina de fresa
250 ml. de agua
Calienta el agua hasta que hierva. Añade el sobre de gelatina y revuelve hasta que esté completamente disuelta. Reparte en vasitos. Deja que se enfríen y mételos al frigorífico durante al menos 45 minutos. Si quieres hacer el efecto de gelatina de lado de mis fotos, debes de ponerlos así.
Para la panna cotta
200 ml de nata (crema de leche) para cocinar
200 ml de leche
1 cuchara de extracto de vainilla
50 g de azúcar
1 sobre de gelatina neutra
250 g de fresas
Macera las fresas junto con el azúcar y la vainilla, al menos media hora.
Tritura las fresas junto con la leche y la nata (crema de leche). Si no te gusta encontrarte los trozos de fresas en el postre, puedes pasarlo por un colador. A mi me gusta sin colar.
Calienta a fuego medio durante diez minutos, removiendo con una cuchara de madera.
Agrega la gelatina pasados los 10 minutos y disuélvela durante un par de minutos más.
Deja que se temple antes de poner la capa sobre el vaso con gelatina. Si no dejas que se enfríe, se derretirá la gelatina con el calor de la nueva mezcla.
Una vez servida en los vasos, mete al frigorífico y deja reposar al menos 3-4 horas. Se puede preparar desde el día anterior tapados con un papel film.
Para decorar, me encanta ponerle lacasitos de chocolate blanco, porque combinan perfectamente con el sabor de las fresas y por el toque crujiente que contrasta con la textura suave de la panna cotta. Eso sí, los lacasitos a la hora de servir, si no quieres que con el frío se te vaya el color.
Gracias a la variedad de colores de lacasitos, para esta panna cotta me encantan los de color rojo.
Si te ha gustado, esta manera de preparar el postre, hay otra panna cotta publicada en el blog. Puedes visitarla aquí:
Panna cotta de speculoos
Esto es todo por hoy. Te espero la semana que viene. Si te apetece, me puedes ayudar a difundir esta receta o cualquier otra compartiendo en redes sociales. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí.