Panna Cotta Fit
No es que yo sea una despistada y se me haya pasado por alto que el jueves fue San Valentín, es que soy de las abanderadas de demostrar amor todos los días, nada de un día al año para salir a cenar o para preparar un plan más especial. Todos los días son especiales y cualquier momento es bueno para sorprender (y más si es con esta receta súper rica y fit que os tengo preparada).
Lo mejor de esta receta es que, es una opción rica en proteínas, por lo que, después de un señor entreno, nada mejor que esta panna cotta para cuidar nuestros músculos.
Es muy sencilla de preparar, ya que no requiere ningún utensilio en especial, lo único es que tendremos que dejarla reposar en la nevera, al menos 4 horas para que tenga una consistencia estupenda.
Si te gusta la vainilla y los frutos rojos, la combinación no podría defraudar a nadie, así que ¡no esperes para probarla! Coge papel y boli y, ¡al lío!
Ingredientes:
4 cucharadas soperas colmadas de queso fresco batido
3 cucharadas soperas de proteína de vainilla
1 vaso y 1/2 de leche de soja (o la que queráis)
3 hojas de gelatina
Mermelada sin azúcar añadido
Procedimiento:
Primero, pon a hidratar las hojas de gelatina en agua fría unos 3 minutos.
Mientras tanto, calienta el medio vaso de leche y, cuando la gelatina esté hidratada, escurre el agua y mezcla bien con la leche para que se deshagan por completo.
Mezcla un vaso de leche con la proteína de vainilla muy muy bien para que no quede ningún grumo. (Si tienes un shaker para batidos de proteína te va a facilitar mucho el trabajo), pero si no, con un poco de paciencia en seguida estará listo.
Mezcla el queso fresco batido** y remueve bien para que se integren bien los ingredientes.
Cuando estén bien mezclados, añade el medio vaso con la gelatina ya deshecha.
**Si eres intolerante a la lactosa y no encuentras queso fresco batido sin lactosa, simplemente utiliza el queso fresco batido tipo burgos sin lactosa. Bátelo con ayuda de una batidora y con un chorrito de leche vegetal o sin lactosa para ayudar a batir. La textura tiene que quedar cremosa y consistente, no líquida.
Vierte la mezcla en un molde de silicona o en un molde normal previamente pintado con un poco de aceite de oliva o de coco para que después el desmoldado no sea muy difícil. También puedes optar por ponerlo en vasitos individuales.
Deja reposar en el frigorífico unas 4 horas como mínimo. Sabes que a mí me gusta dejarlo de una noche a otra para asegurar.
Cuando haya transcurrido el tiempo, desmolda con mucho cuidado y decora con la mermelada de frutos secos por encima.
Verás que la textura es riquísima y el sabor aún mejor.
¡Qué aproveche!