Me animo a publicar ésta receta después del éxito obtenido hace un par de semanas en facilísimo.com, donde explicaba ésta técnica para conseguir unas patatas crujientes, que no es la única pero sí la que suelo utilizar en casa, y es que normalmente solemos freir las patatas del tirón, a la misma temperatura, (yo el primero sobre todo si voy con prisas) y en un primer momento nos pueden quedar unas patatas crujientes, pero al instante se vuelven lánguidas, blandengues. Y eso sí que no, aquí lo queremos todo tiesecito.
Evidentemente y como digo, no es el único método para conseguir unas patatas crujientes, pero si disponéis de un poco de tiempo y quereis unas patatas con un resultado espectacular, no debéis pasar éste método por alto, sólo tenéis que seguir los siguientes pasos:
Cortamos las patatas en bastoncitos. Si la patata es harinosa, suelo ponerlas a remojo para que suelten el almidón. Si la patata es cerea (patata nueva o roja), las pongo a freir directamente.
Freimos las patatas en freidora o sartén a una temperatura de 130º durante 8-10 minutos (dependiendo de la variedad y del corte de la patata). Con esta primera fritura lo que conseguimos es deshidratar la patata, porque precisamente, es el agua que contienen cuando las freimos del tirón, la que las hace reblandecerse después.
Sacamos las patatas del aceite y subimos la temperatura a 180º (es recomendable dejar que las patatas atemperen hasta que estén a temperatura ambiente pero yo no espero tanto, simplemente el tiempo que tarda el aceite en alcanzar la temperatura indicada.)
Una vez alcanzada la temperatura, introducimos las patatas que no deben estar apretujadas, durante 3-5 minutos más. Sacamos y espolvoreamos con sal gorda. Con ésta segunda fritura conseguimos una patata super crujiente y que estoy seguro, gustarán a todos.
NOTA:
Los tiempos variarán dependiendo del tipo de patata y grosor del corte, por lo que no les quitéis el ojo, no vaya a ser que se os quemen como a una que conozco.