Ponerse un tubo y unas gafas de buceo, moverse lentamente, sin aspavientos, entrar suavemente en el mar, en cualquier playa que sea más o menos natural, donde la mano del hombre no haya aportado arenas o cambiado el ecosistema como ha ocurrido en muchas playas de la capital malagueña y a pocos centímetros de profundidad, se abre ante nuestros ojos un universo que para muchos puede parecer que cuando lo cuento, hablo de un paraíso remoto y lejano.
Hace muchos años que buceo y puedo decir que aquí, en la costa malagueña, en ésa frontera imaginaria entre la tierra y la mar, en la misma orilla, en el rompiente de las olas, en el mismísimo rebalaje se aprecian verdaderos tesoros bajo el mar.
Una explosión de vida, una fauna y flora realmente increíbles, un universo de color, un mundo cercano que tenemos aquí, en Málaga, en un litoral donde el ser humano sólo mira al Sol y no a la mar.
Nuestro mar que alberga, a duras penas hoy en día, ecosistemas en los que se desarrollan y viven multitud, infinidad de especies animales y plantas: praderas de múltiples y diferentes algas que sirven de guardería de los alevines de sargos, jurelitos, besugos, bogas, boquerones, herreras, salmonetes, arañas, chanquetes, lisas y un largo etc?.que nadan entre las espumas que se forman por el chocar del agua contra las rocas, piedras incluso arena.
Entre las piedras e incluso los ?banquitos? de arena: cohombros, estrellas de mar, anémonas y erizos buscan su lugar para vivir y alimentarse.
Pequeños peces a los que no les preocupa la presencia humana y se acercan a las piernas de los bañistas.
En los roqueos todo cambia, bucear en fondos rocosos e incluso junto a paredes que bajan cinco o seis metros todo cambia, es una experiencia inolvidable y un intenso ejercicio de observación de la naturaleza.
Es allí, donde en un momento el paisaje se vuelve casi tropical, peces de brillantes, vivos y llamativos colores, son las llamadas doncellas y Julias, que se mueven junto a salmonetes, sargos, doradas y salemas compitiendo en picar entre los mejillones las algas y los pequeños crustáceos sin miedo alguno a los grandes cefalópodos que viven entre las oquedades: pulpos y jibias.
Pulpos y jibias difíciles de distinguir ya que se camuflan de tal modo que sólo se pueden ver cuando se mueven o se está acostumbrado a saber distinguir, con calma, paciencia e interés la vida marina. Si no es así, pueden pasar totalmente desapercibidos, al igual que los centollos cubiertos totalmente de algas, mimetizados de tal manera con el roqueo, que es dificilísimo distinguirlos.
Yo he tenido en multitud de ocasiones la inmensa suerte de verlos de un tamaño realmente considerable y disfrutar de unos momentos maravillosos viéndolos no sólo de alimentarse, sino de luchar entre ellos?..
Y es que el centollo no sólo vive en el Atlántico y en el Cantábrico, también, aunque más discretamente en el Mediterráneo, donde por desgracia, se encuentra en peligro de extinción.
El Centollo es un crustáceo decápodo que pertenece al mismo orden que los cangrejos. Su nombre científico es ??Maja Squinado??.
Durante el día permanece inmóvil entre las algas y el fondo o roqueo donde se ocultan. En verano se reagrupan para su reproducción, se alimentan de algas, moluscos, cohombros, erizos?.e incluso de desechos orgánicos.
La mejor época para su consumo es durante el invierno, evitando los meses de veda en los que suele salir ?vacío? carente de carne y buen sabor.
He de reconocer que La carne del centollo, y todavía más la de la centolla gallega, es considerada un manjar, doy fe ya que por mi profesión he viajado durante años por toda Galicia y que francamente, en
Mi cocina, es difícil que llegue un centollo, no es habitual ni tradicional consumirlo en Mi cocina.
Así que cuando hace unos días, mi marido vió preparar en un programa de televisión éste paté, haciendo zapping, paró, estuvo pendiente de la forma de prepararlo, ya que le llamó la atención el nombre y me pidió que se lo preparara.
Y ya saben: sus deseos son órdenes para mi ¿Como resistirme a probar ésta delicia?. Así que ni corta ni perezosa, lo he preparado.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes:
Una lata de mejillones (usé en escabeche), cuatro o cinco anchoas, ocho palitos de surimi, dos cucharadas soperas de mayonesa.
Los pasos a seguir:
En el vaso de una batidora echar los mejillones (bien escurridos del caldo del escabeche), las anchoas, los palitos de surimi y la mayonesa.
Triturarlos hasta que estén todos los ingredientes mezclados.
No debe quedar como una crema, no importa que queden trocitos a fin de que tenga como el paté de centollo original algunos ?tropezones?.
Servir con pan recién tostado?.
¡¡ Buen provecho !!
La vida marina debe ser respetada porque de ella depende la estabilidad ecológica no sólo de la mar, también de la tierra. El mar, siempre la mar??.