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INGREDIENTES (4 personas)
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2 pechugas de pavo (o 1 si es grande)
300 grs de patatas pequeñas (de guarnecíón)
16 zanahorias tiernas (o baby)
5 dientes de ajo
2 naranjas
1 cda de granos de pimienta negra
3 clavos de olor
Perejil fresco
Sal y Aceite de Oliva Virgen Extra
Tiempo: 50 minutos + 1 hora (mínimo) de marinado
Película comparada: "MISERY" (Tras receta)
Empezamos la odisea.
Limpiamos bien la pechuga de pavo y la disponemos en una bandeja de horno. En mi caso era una Señora Pechuga, así que había más que de sobra para 4 comensales más la guarnición.
En un mortero echamos los granos de pimienta negra, los clavos de olor, 1 diente de ajo y un pellizco de sal. Machacamos bien hasta triturar todo mientras añadimos aceite de oliva.
Vamos a embadurnar la pechuga de pavo completamente con la mezcla de especias.
Acto seguido exprimimos dos naranjas y añadimos su zumo a la bandeja. Dejamos reposar en la nevera una hora por lo menos. Iremos regando con el zumo de vez en cuando para que coja el sabor.
Una hora después lavamos y pelamos las verduras (salvo los ajos, que los dejaremos con piel y ligeramente machacados) y ponemos a precalentar el horno (calor arriba y abajo) a 180º.
Primero metemos la pechuga de pavo sola en el horno durante 20 minutos añadiéndole un chorrito extra de aceite de oliva.
Tras pasar los 20 minutos, sacamos con cuidado y colocamos todas las verduras alrededor de la pechuga de pavo e introducimos al horno unos 30-35 minutos más. (Podemos añadir un hilo de aceite sobre las verduras y sal) NOTA: La pechuga nos tiene que quedar doradita por fuera y muy jugosa por dentro, por lo que la deberemos ir regando cada 10 minutos con la salsa.
Ya sólo nos queda emplatar. Yo opto por "lonchear" la pechuga, que queda más vistoso y es más cómodo de comer y servir. Disponemos en un plato 3-4 trozos y acompañamos con nuestras verduras asadas. Regamos con un poco de la salsa de naranja de la bandeja y decoramos con unas hojas de perejil fresco. ¡Que aproveche, hitchcookian@s!
Película ideal para degustar este plato
"MISERY"
(Rob Reiner, 1990)
Sé que la comparación no parece muy nítida a simple vista. Pero en este ejercicio de cine-cocina o co-cinefilia hay que ir siempre un poco más allá de las primeras apariencias y dejarse llevar... La extraña sensación de ver ese "trozo de carne" tendido sobre la bandeja y el plato me han evocado de forma irremediable a ese escritor desquiciado que acaba sufriendo las artes psicópatas de su "fan número uno". En efecto, mi mente se ha ido a la gran obra del terror psicológico de los 90 , se ha ido a a la claustrofobia y asfixiante"Misery".
Rob Reiner (ejecutor de obras clave como "Cuando Harry encontró a Sally", "Algunos hombres buenos" o "Cuenta conmigo") llevó a la gran pantalla la popular novela del no menos popular Stephen King, en la buena pluma del gran William Goldman (que entre otras ha firmado el guión de "La princesa prometida", "Dos hombres y un destino" o "Marathon man", casi nada). El tridente confecciona una terrorífica pieza que se mueve entre el minimalismo del espacio (una casa en el bosque y poco más) y un duelo interpretativo a un nivel superior.
Y es que tanto James Caan como el sufrido escritor accidentado como Kathy Bates (justísima merecedora de un Oscar por su papel de Annie Wilkes, una admiradora cruel y despiadada) desempeñan unas interpretaciones colosales: el temor del cazado y la frialdad temible de la cazadora. El suspense, la ira, la claustrofobia, la angustia, la calma y la cólera desatada que inundan cada una de las secuencias nos sumergen en un estado de continuo desasosiego. En "Misery" (nombre del personaje ficticio de las novelas de Paul Sheldon, papel de Caan) sufrimos los martillazos en los tobillos, sudamos con la figurita del pingüino, queremos huir pero no podemos... Reiner y su elenco consiguen maniatarnos en esa espiral de agonía, de impotencia, de frustración, de pánico absoluto. Annie quiere que resucite a su personaje favorito, le obliga a reescribir la historia a su antojo. Paul debe teclear para sobrevivir. Simple premisa, impredecible desarrollo.
Nuestra receta goza de un protagonista total y absoluto como la pechuga de pollo. Que en nuestra perturbada mente se desdobla en los dos personajes de "Misery". Por un lado, como decía unas líneas antes, se me asemeja a ese escritor de éxito que tras sufrir un accidente de coche se ve postrado en una cama bajo los cuidados de su "amable" salvadora. La pechuga de pollo en este caso se nos tumba sobre el plato-cama, atendido por la guarnición, y que poco a poco (a medida que se proceso el cocinado) ve cómo se "oscurece" o "dora" su destino fatal. Todas esas verduras coloristas van tostándose con el calor del horno (o de la curación por parte de la enfermera) y van mostrando sus zonas más negras: lo que antes era gentileza, se trastorna en locura. Y en hambre de venganza...
Por otro lado podemos tomar la pechuga de pavo en el doble gesto de Annie Wilkes, esa enfermera solitaria y retraída, que oculta bajo su rostro de amabilidad, una perversa intención criminal. En un inicio (cuando le saca de los amasijos del coche y le lleva a su hogar para curarle) Annie es una mujer afable, simpática, algo tímida y vergonzosa, y para colmo, admiradora en ciernes de la obra "Misery" de Sheldon. Es decir, se nos muestra sonrosada, impoluta, sin un ápice de maldad o grasa, como la pechuga de pavo.
Su conducta empieza a virar cuando elementos como el clavo, la pimienta o el ajo se impregnan en ella. Cuando recibe la información que "Misery" no va a volver a la vida, le supone un varapalo tremendo, puesto que sus novelas la mantienen viva, apasionada... Es ahí donde la oscuridad del macerado se cierne sobre Annie. Sus respuestas a su ídolo empiezan a ser más ácidas (tal vez proporcionadas por la naranja) y lo que antes era una situación calmada, ahora es inquietud.
El horno, el calor de la ira, terminan por nublar y ennegrecer su personalidad. Llegando hasta límites tan desproporcionados como violentos: los martillazos en los tobillos para evitar que escape, el suministro de pastillas, los pinchazos, los gritos coléricos, la amenaza constante... Al final, Annie ya no es esa pechuga de pavo tímida y sin sal. En los últimos coletazos su locura llega a los límites más inhumanas posibles. Recubierta por una corteza proporcionada por el asado, enloquecerá por mantener a su lado a su gran ídolo.
Nosotros somos Annie. Nosotros somos Sheldon. La pechuga de pavo es nuestra particular "Misery". Y haremos lo imposible por mantenerla a nuestro lado... o en nuestro estómago.