Es posible que solo nuestros lectores andaluces estén familiarizados con él, y es que se trata de un bocado con esencia regional. Típico sobre todo de la localidad de Campo de Gibraltar, suele prepararse con motivo de la celebración del Domingo de Resurrección, por lo que pertenece al amplísimo repertorio de recetas de Pascua, entre las que encontramos delicias como el potaje de vigilia o las archifamosas torrijas.
No menos frecuente resulta en Linares de la Sierra, Herreruela o Priego de Córdoba, incluso ha encontrado su lugar en algunas cocinas centroamericanas, donde cabe señalar Isla Margarita, en Venezuela.
Como suele pasar en recetas de dominio popular, las variaciones en la fórmula son habituales, diferenciándose en función de la región donde se elabore.
Probablemente, los convecinos de Linares de la Sierra fueran los encargados de descubrir el piñonate a la parroquia de San Juan Bautista, en un claro nexo de unión entre ambas localidades motivado por el fervor que levanta el patrono común, San Juan Bautista. En Centroamérica desembarcó gracias a algún intrépido marinero andaluz que tuvo a bien dar a conocer la receta.
Pese a que, como he apuntado, no es posible precisar una receta canónica, la mayoría sí que incluyen miel, harina, huevos, aceite de oliva, almendras, aguardiente, ajonjolí, cáscara, de naranja, clavo y otros aromas que muchos, con buen criterio, habrán identificado como de origen musulmán.
En Andalucía no se prepara exclusivamente en Pascuas, sino que además se puede encontrar en fechas navideñas y ferias de toda la región.
Como hacer piñonate
Es laborioso, pero nada complicado, y como veréis a continuación, los ingredientes son de andar por casa.
Advertir también de que estamos ante un postre bastante calórico, por lo que deberíamos limitar su consumo a ocasiones especiales.
El quid de la cuestión de este postre reside seguramente en la fritura, donde debemos ser muy meticulosos. ¡Te desvelo los secretos!
Ingredientes:
Harina floja 500 g.
Huevos M 4 unidades
Aceite de oliva virgen extra 60 ml.
Aguardiente dulce 30 ml.
Miel de romero 500 ml.
Almendras 80 g.
Piñones 30 g.
Ajonjolí 20 g.
Anís en grano 10 g.
Clavo de olor 1 unidad
Canela en rama 1 unidad
Piel de naranja 1 unidad
Elaboración:
En un bol pondremos los huevos junto al aceite y el aguardiente, batiéndolos enérgicamente con una varilla de mano hasta homogeneizar la mezcla. Seguidamente, añadiremos la harina tamizada y con una lengua realizaremos movimientos envolventes integrando toda la harina. Ahora la trabajaremos con las manos en una mesa previamente enharinada, amasándola 10 minutos.
Como resultado obtendremos una masa lisa y no demasiado pegajosa, que hidrataremos con un poco más de aceite de ser necesario. La dejaremos reposar en el bol y la taparemos con un paño húmedo. Transcurridas dos horas, tomaremos la masa y la trocearemos, haciendo cilindros alargados y muy finos, o como diríamos coloquialmente, churros delgados.
Calentaremos una parisién, o una sartén honda en su defecto, a fuego medio con abundante aceite de girasol alto oleico o un aceite de oliva suave con baja acidez. Lo ideal es que alcance unos 190º de temperatura, los cuales tendremos que mantener estables a lo largo de la fritura. Iremos friendo en tandas los churros hasta que tomen un predominante color dorado.
Con una espumadera o araña, los iremos apartando a un plato cubierto con papel de cocina. Reservaremos mientras se atempera y endurecen. Pasados unos 30 minutos, los cortaremos en tiras de aproximadamente 4 centímetros. Llega el momento de jugar con el aliño, es decir, los perfumes y esencias de las especias. Prepararemos una sartén antiadherente.
La colocaremos a fuego medio y tostaremos el resto de ingredientes, salvo, claro está, la miel. Esto permitirá que los compuestos volátiles emerjan, liberando los aromas. Agregaremos las especias encima de la masa que hemos cortado anteriormente en trozos, y removeremos, procurando que se impregne bien de su aroma y sabor. Por su parte, la miel, la echaremos en un cazo.
Dejaremos que hierva a fuego mínimo unos minutos, tiempo suficiente para que reduzca y llegue al conocido punto de bola. Esto se puede observar cuando una gotita de miel cae al agua y automáticamente se forma una bola, como una especie de esferificación. Incorporaremos la miel al bol con el resto de la preparación, removiendo concienzudamente.
En un molde de plum cake, correctamente forrado con papel de horno, acomodaremos el piñonate, presionando ligeramente para que tome la forma deseada. Dejaremos enfriar por completo, lo que endurecerá y cohesionará la preparación gracias al efecto de punto de bola de la miel, que actúa como aglutinante. Cortaremos en cuadrados y serviremos dos por persona.
¡Qué aproveche!
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