Este es uno de mis platos favoritos. Lo llevo haciendo desde hace tanto que ni me acuerdo. Desde adolescente, desde que comencé a encender los fuegos de la cocina, por aquel entonces de mi madre. Y sigue encantándome. Lo único que le he cambiado a esta receta es la guarnición, antes la hacía con arroz y ahora le preparo un cuscús que le da mucho más realce al sabor del curry.
A priori me encanta el gustillo resultante de la combinación de los dos ingredientes, pollo y curry, y lo he pedido en muchos restaurantes, pero nunca he encontrado ninguno donde los pongan como lo hago yo. Y, sinceramente, a mí me gusta más así... El secreto está en la nata (crema de leche).
Pero lo mejor de lo mejor, es que es otra de esas recetas sencillísimas que preparas en un santiamén y que trae a tu casa sabores distintos, comida más de "domingo", platos con los que sentarse contento a la mesa... Y antes de seguir, tengo que añadir que el resultado no es nada picante, que el curry tiene mucha fama de eso, sino más bien un sabor especiado que recuerda a la comida andalusí, marroquí o india. Pero muy suave y muy redondo.
En poco más de media horita (lo que cuece el pollo) lo tenemos listo.
Estos son los pocos ingredientes que necesitamos.
El pollo lo troceamos, si no lo hemos comprado ya troceado y lo salpimentamos. Hay que ver que no haya piezas demasiado grandes, como los muslos enteros, porque luego quedan poco hechas y el pollo si no está en su punto no es nada apetecible. Las presas no tienen porque ser tan pequeñas como cuando hacemos pollo frito, más bien de un tamaño mediano, pero como ya he dicho, tampoco gustan las presas grandes.
Ponemos a calentar en una sartén una nuez de mantequilla con una cucharadita de aceite de oliva. Cuando la mantequilla se derrita echamos los trozos de pollo hasta que estén doraditos.
Mientras vamos cortando la cebolla. Con la mitad de una cebolla fresca de tamaño normal es suficiente, incluso algo menos. La echamos a la sartén cuando las presas estén doradas y esperamos unos cuatro o cinco minutos a que la cebolla se sofría, sin parar de remover para que no se queme. Entonces le echamos una cucharadita de harina que nos espesará al final la salsa.
Una vez que le añadimos la harina removemos apenas un minuto y le incorporamos el curry y el caldo de pollo, procurando que más o menos lo cubra.
Dejamos que hierva durante una media hora y comprobamos que el pollo esté tierno (pinchando con un tenedor o intentando partirlo). Si no está tierno lo dejamos unos minutos más. Si lo está le añadimos un brick de 200 ml de nata (crema de leche) de cocinar (la de montar tiene más grasa y no es necesario en este plato). Dejamos que hierva y removemos unos minutos (5 minutos aproximadamente) y ya tenemos listo nuestro plato de pollo al curry.
El cuscus le hace un acompañamiento perfecto al plato. Es la guarnición que mejor le queda. Yo lo preparo según las instrucciones del fabricante y lo sirvo aparte para que cada uno se aparte lo que quiera. Me encanta además el sabor que le da la salsa de curry.
Como ya he dicho en mi casa es uno de los habituales. Pruébalo y me cuentas.