Esta ave, como animal de corral, empezó a servir de alimento ya en el Neolítico, cuando las sociedades se transformaron en agricultoras y ganaderas. La domesticación del ave como tal, fue llevada a cabo probablemente en la India, hace 6000 años.
En la Antigua Roma, también era un producto muy codiciado, como así lo atestiguan los tratados gastronómicos de la época.
El rey inglés Ricardo Corazón de León, que vivió en el siglo XII, tenía el pollo asado como una de sus comidas predilectas.
En España, a partir de los años 50 y 60, comienza a popularizarse, sirviendo como excusa para abrir centenares de locales enfocados casi en exclusiva a la venta de pollo asado para llevar, convirtiéndose en un socorrido, económico y rico plato de domingo. Este modelo de negocio, sin embargo, está totalmente internacionalizado, sobre todo en los países latinoamericanos.
Los asadores de pollo preparan este delicioso manjar mediante la técnica del espiedo; disponiendo las aves enteras, atravesando su eje vertical con una espada, y haciéndolos girar sobre una fuente de calor. Así, se consigue una cocción uniforme, dando lugar a una textura y sabor increíbles. Previamente, se les pone un aderezo, que suele ser secreto de la casa.
Cómo hacer pollo al horno receta de la abuela
Elaborar un rico pollo asado al horno de la abuela, en la comodidad de nuestro hogar, no es una tarea complicada. Tan solo tendremos que conocer algunos de los trucos que llevan a cabo en los asadores, y para esto estamos aquí; para enseñártelos.
Por supuesto, la elección de la materia prima, tiene que ver y mucho con la calidad del resultado final.
Muchos de estos locales emplean pollos picantones, que no suelen superar el medio kilo de peso y, que apenas llegan al mes de vida.
En España, podemos encontrar el pollo de raza Prat, que presume de ser el único con indicación geográfica protegida (IGP). También, en los mercados, hay disponibles pollos ecológicos.
En cualquier caso si te gusta el pollo, no te pierdas también esta otra receta de la abuela: Pollo en salsa de la abuela
¡A la cocina!
Ingredientes:
Pollo entero ecológico 1 unidad (1,5 kilos)
Limón 1 unidad
Pimiento verde italiano 2 unidades
Pimiento rojo 1 unidad
Patata Kennebec 4 unidades
Ajos 6 dientes
Pimienta negra recién molida 1/2 cucharadita
Manojo de tomillo
Vino rancio 1/2 vaso
Sal 6 g,
AOVE 4 cucharadas
Elaboración:
Como observaréis, los ingredientes son sencillos y accesibles. La magia de esta receta de pollo al horno, reside sobre todo en los detalles. No pierdas hilo de los consejos que iré dando a lo largo de la receta. Lo primero, ¿Qué recipiente empleamos para el asado? Idealmente, una bandeja para horno. Esto quiere decir que, pese a que podamos usar una fuente o similar, lo ideal es una bandeja para horno, donde el pollo tendrá más superficie expuesta al calor circulante, logrando emular de mejor forma las condiciones de un asador.
Tal vez, seas un poco quisquilloso, y no quieras manchar o deteriorar tu bandeja con los asados, o quien sabe, si de tanto utilizarse, la comida ya se agarra con relativa facilidad. Para mitigar este problema, existe un invento genial que se llama Silpat, que no es más que una lámina de silicona resistente y reutilizable, que nos permitirá hornear hasta +280 °C.
Pero volvamos al pollo. Antes de nada, pelaremos cuatro patatas Kennebec. Las cortaremos en rodajas, o también conocido como panadera, lo que supone unos 5 mm. de grosor aproximadamente. Las dispondremos en la base, tratando de que no se solapen. Sazonaremos con alegría. Mientras tanto, vamos a poner el pollo a punto.
Para que el pollo quede rico y sabroso, debemos aderezarlo con brío, en abundancia. La carne de pollo, por si sola, siempre que no se vaya a cocinar al carbón o similar, suele quedar bastante sosa. Aquí un inciso, que no lo he advertido; el ave puede estar entera, en cuartos, o como deseemos. Seguidamente, mezclamos la sal y la pimienta negra recién molida, y espolvoreamos bien, tanto por dentro, como por fuera. A continuación, introducimos en la cavidad del animal un manojo de tomillo y los ajos.
Lavamos y cortamos los pimientos. Eliminamos el nervio y despepitamos. Para cortarlos, simplemente hacemos tiras de 3 cm. de ancho aproximadamente. Colocamos el pollo en el centro de la bandeja, sobre las patatas, con las patas boca arriba. Debe de quedar ligeramente levantado, para que cuando añadamos los líquidos, estos, no entren en contacto con el pollo, ya que de este modo se acabaría cociendo y no asando, que es nuestro objetivo.
Llega el momento de ponerle la nota cítrica. Exprimiremos y colaremos el zumo de un limón y embadurnaremos el pollo. También, ahora, pondremos el aceite de oliva. Con cuatro cucharadas será más que suficiente, dado que el pollo, en su piel, ya tiene bastante grasa. Por último, verteremos sobre el pollo el vino rancio. Alrededor del mismo dispondremos los pimientos que habíamos cortado. Agregaremos también medio vasito de agua o, si tuviéramos, de caldo de pollo.
Toca precalentar el horno. A menudo, creemos que la posición calor arriba y abajo, es la óptima para asar. La mayoría de hornos, incluso sin ser demasiado modernos, nos brindan un amplio abanico de posibilidad para calentar de diferentes formas el habitáculo. Para el pollo asado, lo mejor es colocar calor arriba con el ventilador, a unos 180 °C, e introducir la bandeja en posición media. El calor abajo resulta del todo ineficaz, y puede acabar quemando las patatas.
Lo mantendremos en la misma posición durante 45 minutos, e iremos, si nuestro tiempo nos lo permite, rescatando parte de los jugos y vertiéndolos sobre el pollo. Con dos veces será suficiente, puesto que de otro modo el horno bajará mucho de temperatura. Por tanto, esta operación tendrá que hacerse rápidamente. Transcurrido el tiempo, le daremos la vuelta, y lo mantendremos por unos 40 minutos más. Para finalizar, y obtener esa piel tostada y crujiente, subiremos el horno a 240 °C, y hornearemos durante 10 minutos.
Finalmente, lo sacaremos del horno, cortaremos y serviremos. En un plato, pondremos las patatas, a las que bañaremos con la salsa, y al lado, un trozo de pollo. Hay a quien le gusta el pollo salseado, pero si se hace esto, se pierde el crujiente que habíamos buscado con ese golpe último de calor. ¡Disfrútalo como quieras!
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